«Fue un torero revolucionario». Tal catadura dedicada a Dámaso González la pronunció el matador José Ignacio Uceda Leal cuando se le preguntó la opinión sobre el por desgracia fallecido coletudo. De esta manera en la edición del mes de enero del Aula Taurina bautizada con su nombre, el paisano, al que le llovieron las loas a lo largo de la misma, fue una vez más quien centró el protagonismo de su desarrollo. Máxime cuando el aficionado metido a escritor sobre los toreros de albacetenses Ángel González Puértolas, que compartió cartel en este evento con Uceda, presentó su reciente libro sobre Dámaso además del dedicado a los 19 matadores de la tierra que han tomado la alternativa en lo que va de siglo.
La cita comenzó con una breve intervención del exnovillero, articulista y ensayista taurino Ángel Arranz, director del Aula -que forma parte conjunta de los programas de los paisanos de la diáspora agrupados en la Asociación Cultural Albacete en Madrid y de la Casa Regional- en la que glosó el recuerdo a Dámaso. Además de haber coincidido con él en tiempos de capeas y festejos sin caballos dejó claro las «cualidades de figura indiscutible que tuvo el rey del temple, adornado con una excelsa bonhomía en su faceta personal».
El siguiente turno fue para Puértolas, que viajó desde Albacete con sus dos últimos libros, 19 toreros de Albacete: años 2000/2020 -la continuación del que ya había publicado hace un lustro largo centrado en los 46 coletudos paisanos desde el primero, Cándido Martínez Pingarrón Mancheguito, hasta Samuel López Candel, y 'Dámaso González. Biografía Taurina'. Por cierto que tuvo el detalle de regalar, y dedicar, ambos ejemplares a la biblioteca de las dos entidades organizadoras.
Su autor explicó las razones que, una vez jubilado de su oficio ajeno a la tauromaquia, pero aficionado desde niño -amén de actual secretario del Club de Abonados de la Plaza de Albacete-, le llevaron a escribir de manera desinteresada estas dos obras -y otras que pronto publicará- que sin falsa modestia considera que aportan «algo importante a la historia de la fiesta en la provincia».
Porque, después de mucho tiempo de investigaciones y recogida de datos y fotos, tanto el que acababa en López como el que se inicia con Sergio Martínez para concluir con Mario Sotos -doctorado en el pasado mes de junio-, como en el de Dámaso están comprobados uno por uno los datos exactos de las fechas, carteles, resultado y muchas fotos de todos los matadores. Se unió a los elogios Dámaso, a quien junto a Pedrés estima como el más importante de la larga serie de toreros que ha dado «una tierra tan taurina como la nuestra».
Y añadió dos datos sobre la trayectoria única del rey del temple, como recoge en su biografía taurina, y que sorprendieron de manera positiva a Uceda y a los asistentes -entre ellos dos paisanos como Javier Galiacho y el sastre taurino Justo Algaba, y otros relacionados con la Fiesta como el crítico y ensayista Rafael Cabrera; Yolanda Fernández, secretara de la Asociación El Toro, y el estadístico José María Sotomayor, poseedor de la mayor y mejor colección de libros taurinos- que como es habitual en estas citas abarrotaron el salón de actos. «El rey del temple actuó en 1.357 corridas y salió por la Puerta Grande en el 47% de ella».
Por su parte, el madrileño Uceda Leal, con idéntica elegancia a la que caracteriza su toreo, se volcó igualmente con «el revolucionario torero que fue Dámaso». Explicando que pisó unos terrenos muy difíciles «a base no sólo de técnica, dominio, ligazón y temple, sino de unos arrestos increíbles, y un conocimiento de los toros fuera de serie»".
Para él, la Fiesta cambió a partir de la irrupción del albacetense, mostrando un camino que desde entonces siguen muchos, cada uno a su estilo, empezando por Paco Ojeda, principal e inmediato beneficiario de la revolución damasista. En estas sus palabras y en el interesante coloquio posterior, sostuvo que Dámaso alcanzó, y mantuvo durante un cuarto de siglo, además de la condición de máxima figura, otra aún de mayor relieve: «La de maestro de todos nosotros los toreros».
Con posterioridad, siempre en plan serio, educado y sincero, habló de su propia tauromaquia, inclinada desde sus inicio como novillero por el intento de la pureza -«que a veces consigo y es lo que más llega al público en general y a los aficionados más exigentes», zanjó- siendo incapaz de actuar, como otros compañeros que no lo sienten así y hacen otro tipo de toreo buscando cortar orejas. No ocultó que esa falta de ambición para competir le ha impedido tener mayor regularidad, contratos y presencia en las grandes ferias.