"Hablaré sobre la nueva serie de la obra de Benjamín Palencia"

Antonio Díaz
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El artista albacetense José Luis Serzo, que estará hoy en la José Saramago, acaba de recibir el Premio de Artes Plásticas del Gobierno de Cantabria en su edición de 2024

"Hablaré sobre la nueva serie de la obra de Benjamín Palencia" - Foto: José Miguel Esparcia

José Luis Serzo sólo hace unos días recibió el Premio de Artes Plásticas del Gobierno de Cantabria en su edición de 2024 y además, mañana visita Albacete. Estará en la Casa de Cultura José Saramago, dentro del ciclo Hablamos de Arte, a las 19 horas, para adelantar los detalles del Proyecto y  acciones para una III Escuela de Vallecas. El artista albacetense comentó sus sensaciones sobre este último premio y esa propuesta para refundar la Escuela de Vallecas. 

Un nuevo premio y éste también, muy importante. 

Cualquier premio es importante, pero en este caso es el más importante de Cantabria y, en mi caso, tengo la suerte de que está dentro de la sección nacional. Estoy contento y sorprendido del mismo. 

Nos visita muy pronto. 

Cierto, vuelvo con mucha frecuencia, tanto a mi pueblo como a Albacete y, precisamente, voy a dar una charla en la José Saramago, sobre una de las últimas series en la que estoy trabajando, Proyecto-Acciones para una III Escuela de Vallecas, con Benjamín Palencia y todo lo que ocurrió a su alrededor.  

¿Puede hablarnos de la obra premiada, Escena para un tributo y una bienvenida?

Claro, es una obra inédita, que se inserta dentro de una de mis últimas series, que se llama Mascarada de sobremesa. Es un óleo sobre tabla, con un subtítulo que ya casi delata de qué va el asunto: Tributo a un incómodo silencio entre Ensor y Solana, dos pintores de cabecera de mi imaginario, a los que rindo ese homenaje, sentándolos imaginariamente en la misma mesa a elucubrar cuál es esa conversación pendiente que hubiesen tenido esos dos pintores a través de la máscara, que era el elemento que les unía. El símbolo de la máscara no sólo les une a ellos, a mí también por mi condición de manchego y, sobre todo, también de venir  de Tarazona de La Mancha, el pueblo de mi padre, donde el carnaval es de lo más importante que ocurre a lo largo del año.  

¿También tiene mucho que ver con el esperpento?

No sé si de manera consciente trabajo el esperpento, pero está ahí siempre. Quizá esa máscara de la que hablaba me otorga o me facilita, porque siempre hay una especie de exacerbación del arquetipo, que todos tenemos de vez en cuando. Hay arquetipos con los que voy jugando y es verdad que, con un poco de humor, crítica e ironía, al final el esperpento surge, pero es algo que supongo es muy manchego, heredero de la España negra, que tenemos tanto en literatura, pintura o cine. Es una especie de retranca que siempre nos acompaña para hablar de ese esperpento valleinclanesco.  

Las fotografías con su escultura de Cuerda en la plaza del Altozano son  top en plataformas como Instagram o Facebook.

No lo sabía, pero es verdad que las veces que voy a Albacete y paso por el Altozano, siempre hay gente mirándola y eso es para mí todo un triunfo porque las esculturas urbanas terminan siendo, la mayor parte de las veces, parte del mobiliario y pasan desapercibidas. Es muy difícil que algo te llame la atención en tu propia ciudad, a no ser que sea algo nuevo. Ha pasado ya más de un año y que la gente de Albacete o la que viene de fuera pare delante es un gran orgullo, otro premio.

¿Donó una de sus obras al Museo de Albacete?

Sí, finalmente fue una donación, porque les encantó en el museo y me comentaron que estaría en la sala permanente que tienen, tanto con la colección de Benjamín Palencia, como de los artistas contemporáneos, entonces me comentaron que sería elemento de unión entre las dos colecciones, lo cual para mí fue muy interesante. Poder dialogar con la obra de Benjamín Palencia, con ese pequeño homenaje que le hice, es el mejor fin que podía tener esa escultura y ahí está, espero que durante muchos años, como ese vehículo entre la  contemporaneidad y el pasado. El pequeño Benjamín Palencia está pensando en Alberto, como guiño también a Alberto Sánchez, el amigo con el creó la Escuela de Vallecas, pero al mismo tiempo está mirando su propia obra, es muy bonito por eso mismo. Hay un juego de referencias constantes, el pequeño Benjamín Palencia está sobre una paleta de pintor, la suya, donde aparecen elementos de su época vallecana, esa especie de surruralismo que hizo suyo  José Luis Cuerda. Eso, el primero que lo hizo fue Benjamín Palencia, aunque el dio nombre Cuerda. Yo también tengo esa parte surruralista, como una especie de continuación, homenaje a esos padres utópicos, maestros, que todos tenemos y nos van acompañando.  

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