María Dolores Moral: «Soy la primera mujer abogada ejerciente»

Sánchez Robles
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«Cuando comencé mi trabajo, los jueces y magistrados veían con más detenimiento mis casos, pensando que alguien podía intuir que me daban la razón por ser mujer»

María Dolores Moral asegura que aprendió la profesión de abogada en el despacho de su padre. - Foto: A. Pérez

Ha escrito una sinfonía de la vida y de la muerte, un poemario muy interesante basado en la idea del ‘eterno retorno’, en el eje conceptual filosófico de explicar y explicarse el tiempo, que entiende como «ese viejo ladrón que roba para nadie». Ese concepto que para María Dolores Moral García es una expresión cíclica de la existencia, idea defendida por los viejos presocráticos, por Niestzsche, Borges o Kundera. Es abogado por encima de todo. Así quiere que se escriba, «porque la profesión es del género común». Huye de falsos feminismos en el lenguaje. Yo aplaudo esta afirmación.

Nació nada menos que un dos de mayo en Madrid, hija de un abogado excelente, Antonio Moral, un maestro y una institución en Albacete, muy erudito e Isabel, su madre, que tuvo estudios de comercio. La familia después de avatares políticos volvió a Albacete, primero a La Roda y luego a la capital, donde abrió su despacho en la calle San Antonio, número dos, que María Dolores conserva de forma muy similar. Es clara, decidida, optimista, persona afable, sencilla, que tiene por costumbre decir lo que piensa, criticar con argumentos y proponer soluciones. Se encuadra con frecuencia en el lado positivo de la vida. Es muy sincera, un torbellino de vitalidad. Se nota que disfruta con su profesión y es tan espontánea como comunicativa y especialmente muy pragmática. Siempre le ha interesado el alma humana.

Estudió el bachillerato en el colegio María Inmaculada, del que recuerda a sus profesoras, Isabel Perona, Maruja Cebrián, Pilar Serra y sor Josefina, a sus profesores, Samuel de los Santos, Severino, Emilio García, Santiago Renard  y a sus colegas y amigas especiales, entre ellas María Luisa Carrillo, Elvira Rodenas, Mari Carmen Paino, Carmen Yáñez. «Me gustaba el teatro, pensé ser actriz, estudiar Psiquiatría, pero al final me decidí por el Derecho, que comencé a estudiar en las Academias Universitarias San Raimundo de Peñafort en Albacete, donde hoy está Correos. Sin duda la figura de mi padre influyó mucho en esta decisión. Posteriormente me examiné libre en la Universidad de Murcia al mismo tiempo que trabajaba en el despacho de mi padre. Al terminar la carrera me colegié en Albacete en 1970, donde he sido la primera mujer abogada ejerciente y un año más tarde en Madrid para seguir la tradición familiar».  

 Define la profesión de abogado como «la de los grandes extremos, pues proporciona grandes satisfacciones y disgustos. Es muy ingrata y dura». Sobre sus primeros pasos en el trabajo de abogado nunca se sintió discriminada por ser mujer en un mundo de hombres. «No jugaba el prejuicio, sino el contraprejuicio, pues jueces y magistrados veían mis casos, mis actuaciones en los juicios con más rigor y menos naturalidad, con más detenimiento, con lupa, pensando que se podía intuir que me pudieran dar la razón por ser mujer. Puedo decir que he tocado todas las especialidades de mi profesión», aseguró María Dolores Moral.

Por sus méritos está en posesión de la Cruz Distinguida San Raimundo de Peñafort al solicitarla por unanimidad sus compañeros del Colegio de Abogados. Intervino como letrada en la Audiencia Nacional y Tribunal Supremo en colaboración con compañeros de Mallorca en representación del grupo ecologista GOB para salvar de la especulación urbanística a la isla Sa Dragonera, hoy Parque Nacional.  Formó parte de la Comisión provincial de Juristas que contribuyó con motivo del año internacional de la Mujer para realizar propuestas para la reforma del Código Civil y de Comercio de 2 de mayo de 1975, en aspectos concernientes al tratamiento que se le otorgaba a la mujer en el Código Civil antes de la reforma. Intervino activamente en la Asamblea de UGT de Asesorías Jurídicas para la elaboración del Estatuto para el funcionamiento de la Asesoría Jurídica. Colaboró en la Obra de Protección al Menor, que dirigía Enrique Miret Magdalena con trabajos y sugerencias para mejorar las condiciones de los menores conflictivos para su adaptación a la sociedad y remodelación de los Centros de Menores. Ganó el premio de periodismo, Graciano Atienza y ha sido mantenedora de juegos florales en Albacete, La Roda y Barrax.

Sigue al pie del cañón de la abogacía con una actitud y pasión muy vocacional, le preocupan los ‘ismos’, dice que el Derecho es lógica y sentido común reglados, pero por encima de todo su verdadera esencia es ser abogada y poeta, que colma magistralmente en su existencia basada en ese eterno retorno aludido, porque es una defensora sincera de la vida con sus vueltas y revueltas. Como pocas, seguramente.