Pepe Ruiz es toda una institución, tanto en La Roda como en la provincia. Su buen hacer al frente de Miguelitos Ruiz, además del mérito empresarial, ha servido para poner a su localidad en el mapa en las mesas de gran parte de España. Por eso y por sus 56 años al pie del cañón le han valido para recibir esta tarde en Toledo el reconocimiento de la Confederación Regional de Empresarios de Castilla-La Mancha.
Enhorabuena por este premio. ¿Cuántos años ha estado al frente de Miguelitos Ruiz?
Comencé mi actividad empresarial cuando tenía 17 años, porque de 16 a 17 tuve un puesto en la administración que hoy parece ser lo más habitual, ser funcionario, pero aquello no me creó ilusión. A mí siempre me ha gustado estar al filo de la navaja, no saber si caes para un lado o para otro. Y además me encanta porque he vivido muy a gusto, porque todas las cosas que he hecho siempre han sido pensando no solamente en mí sino en toda mi familia. Mi familia siempre ha estado conmigo, me ha arropado, me ha ayudado y ha sido siempre la pieza fundamental: mis hermanos, mi mujer y mis hijos. Ahora tengo uno en el cielo y otro aquí y entre los dos me ayudan.
El premio es un reconocimiento a su aportación al desarrollo y el crecimiento de Castilla-La Mancha. Y podríamos añadir también al crecimiento de La Roda.
Siempre he llevado a gala el nombre de La Roda. Con todos mis distribuidores he sido Ruiz de La Roda, en todos los sitios. A mí me gusta decir que soy de La Roda, presumo de ello. Muchas veces me decían «eres peor que los de Bilbao» y yo decía sí, pero lo que pasa es que soy de La Roda. De todas maneras, somos una gota en el mar, pero ya decía la Madre Teresa de Calcuta que "tampoco sería el mar igual sin esa gota". Es importante hacer patria chica, patria provincial y patria regional, porque al final es la patria que es España lo que nos va a llevar al éxito y al fracaso.
¿Qué dificultades surgen cuando uno decide emprender un negocio?
Pues seguramente lo que más te impide ver las cosas con naturalidad es la capacidad económica; le pasa a todos los emprendedores, excepto al que se lo han dado todo hecho que vive más tranquilo. Después viene la ilusión que tú le quieres poner a lo que vas a hacer. Nosotros ayudábamos a mi padre en la panadería, por las tardes. Cuando todos echaban la siesta, repartíamos el vino, cerveza… y de ahí surge la puesta en marcha de esta red comercial. Todas esas actividades comerciales nos llevaron a desarrollar el negocio tal y como se conoce hoy. Además de tomar parte en diferentes negocios que no tenían nada que ver con el principal porque tampoco puedes tener todos los huevos en la misma cesta, ya sabes que si te caes, no es que haces una tortilla, es que no pillas nada de lo que llevabas y esa ha sido nuestra forma de actuar y nuestra forma de ser.
Después de la puesta en marcha del negocio, ¿existió un punto de inflexión en el que pensó que la incertidumbre había pasado y todo iría más rodado?
Le voy a ser sincero, de confiados está lleno el cementerio. Yo sí que hago las cosas en conciencia, seguro que me equivoco, seguro que cometo errores, seguro que le he hecho daño a alguien y pido perdón si ha sido así. Yo siempre estoy pensando qué puedo hacer. He cumplido 73 años y estoy plenamente confiado en que tengo que tener alguna idea que va a servir para otros. Yo ya no necesito nada. Algunos dirán cómo podía pensar en esto mi padre o mi tío, pero esto no está tan mal, de hecho, los Miguelitos de chocolate nacieron así. Hay que hacer las cosas siempre con cierta lentitud, pero no pararlas y en eso estamos.
Viendo su negocio ahora, ¿vuelve la vista atrás y está satisfecho?
Estoy satisfecho, pero me da pena que no nos dejen ampliar dos naves más porque ahora mismo estamos agobiados. Este es el único país donde la burocracia se come la vida. Podríamos seguir creciendo, crear, por lo menos, 10 puestos de trabajo más y sería otra forma de impulsar el nombre de La Roda. Sin embargo, estamos esperando en el banco de la paciencia. Yo ya no tengo que esperar nada, pero mi hijo y mis sobrinos tienen que luchar y tienen que ejercer su profesionalidad, su ilusión y sus ganas de hacer.
¿Qué consejo le daría a los emprendedores?
Yo les animo a que sean capaces de emprender; es arriesgado, es incluso a ratos doloroso, superficial en el primer momento, pero después compensa cuando ves que tú actividad mejora la vida de los demás y ayuda a otros a ejercer sus capacidades. Todo el mundo no tiene las mismas capacidades; no nos engañemos, somos todos iguales, somos personas, pero todo el mundo no tiene la misma capacidad. Dios concede a cada uno sus talentos y cada uno los invierte.