Zapatero ha vuelto y espolea al PSOE en sus habituales retiros espirituales de fin de semana. Paz, amor, diálogo.
La ventaja del regreso activo de Zapatero como asesor directo de Sánchez es que, al tenerlos juntos, nos facilitan las conclusiones que podemos obtener en las habituales comparativas que suele hacer la gente a modo de averiguar a ver quién es el más pazguato, el más ruin, dañino, maligno y peligroso de los dos. El resultado es que, pareciendo que Zapatero iba a ser insuperable, Sánchez está batiendo todos los límites posibles y que, juntos, el cóctel es explosivo.
El expresidente, convertido en el principal embajador internacional de Nicolás Maduro, se dedica con gran éxito a consolidar en Europa el ideario político del populismo bananero bolivariano representado por el Grupo de Puebla. Baste observar el alcance intelectual y moral del elenco de presidentes, expresidentes, personajes y personajillos adscritos con Zapatero en la búsqueda a ultranza del poder autoritario, bajo esa ensoñación infantil que ellos llaman 'progresismo', que envuelve a las personas en una serie de "pensamientos falsos, hipócritas y de mala fe", en una nebulosa fantasiosa carente de contenido sobre la paz mundial y galáctica, la igualdad, la prosperidad y la justicia social. Entre otros, Cristina Fernández, Evo Morales, Dilma Rousseff, Michelle Bachelet, Ernesto Samper, Luis Guillermo Solís, Leonel Fernández, Rafael Correa, Manuel Zelaya, Martín Torrijos, Fernando Lugo, José Mujica, Alberto Fernández, Luis Arce, Lula da Silva, Gabriel Boric, Pedro Sánchez, Yolanda Díaz, Irene Montero, Baltasar Garzón, Delcy Rodríguez, Alicia Bárcena y Bruno Rodríguez Parrilla.
Uno de los grandes y recientes éxitos del Grupo de Puebla en Europa es, sin duda, el proceso que llevamos en España con la deriva reaccionaria del PSOE, la cuestión de la amnistía y la vergonzosa y humillante negociación en Suiza, con mediador internacional, sin transparencia alguna y con un prófugo de la Justicia, sobre cuestiones de Estado que afectan directamente a España como nación, a la igualdad financiera y judicial entre españoles, a las libertades, a la Constitución y a nuestro Estado de derecho. Se negocian asuntos como la amnistía, la celebración de un referéndum de autodeterminación, la cesión de todos los tributos que se pagan en Cataluña, el 'lawfare', o la participación de Cataluña en las instituciones europeas.
Dicho lo cual, solo nos resta recordar que nuestra democracia es el resultado de un profundo entendimiento común, y que la Constitución de 1978, cuyo aniversario celebramos ayer, consagra y organiza la democracia como el resultado de un consenso generalizado. La Constitución con base en un gran pacto nacional entendido como unión de voluntades que, como tal pacto, aunque puede reformarse, no puede ser unilateralmente revisada. Lo único que no puede ser reformado es el sujeto del poder constituyente que es el pueblo español, en quien reside únicamente la soberanía nacional.