En lo único que coinciden es en su enfrentamiento con el socialismo internacional, al que acusan de empobrecer a la sociedad y de jugar con palabras como ecologismo o feminismo cuando en el mundo socialista real, Venezuela, Cuba, etc., no vienen ni en el diccionario. En cuanto a lo demás, Milei se parece a Le Pen, Meloni o a Vox como huevo a una castaña.
Milei se confundió dos veces la primera vez que vino a España, una presentándose junto con Vox en un acto político, y otra insultando a nuestro Presidente. A Milei le falta aprender a respetar a lo que sale de las urnas si quiere que los demás piensen que los votos con los que ha subido al poder son tan buenos como los de cualquiera.
La izquierda, maestra en el mundo de las comunicaciones, tachó a Milei de extrema derecha, asimilándolo a Vox. Sin embargo ambos partidos no tienen nada que ver. Milei está tan distanciado de Vox como lo está del PSOE o de Le Pen.
Le Pen dirige un partido ultra conservador, y su fundamental mensaje es que los partidos tradicionales de la izquierda y el centro franceses han sido tan permisivos con la inmigración que Francia se encuentra al borde de una guerra civil, y lo reconoció Macron el otro día en su discurso.
Los 6.000 coches que ardieron aquel día por culpa de los islamistas, el atentado a la revista Charlie Hebdo, o los casi 200 muertos y 500 heridos de la discoteca Bataclan, han empujado a los franceses en brazos de Le Pen, único que promete poner firme al personal, despreciando el voto magrebí. Los franceses quieren pasearse por su Francia sin miedo. Eso es el discurso de Le Pen, pero de liberal tiene lo que yo tengo de arzobispo. Nada que ver con Milei.
Luego está Meloni en Italia, -también tachada inútilmente por el socialismo europeo como extrema derecha, como si sus votos no fueran tan buenos como los de la extrema izquierda-, y aunque ésta sí se acerca un poco más a Milei, sigue sin emparejarse. Es conservadora, no liberal como Milei.
Con todos los respetos, Meloni, o Le Pen u Orbán, el húngaro, se parecen más a los socialistas de lo que parece. Todos quieren un Estado fuerte manejado por ellos, y Milei lo contrario, un Estado que no nos chupe la sangre, o sea lo menos Estado posible. Bélgica estuvo sin gobierno unos cuantos años y no pasó nada. Los belgas siguieron funcionando pero durante una temporada se ahorraron los asesores, los chupópteros políticos, los coches con choferes ociosos esperando en la puerta de los Ministerios, y las súper facturas de los restaurantes de lujo, o de los langostinos de los políticos y sindicatos, y no se hundió.
Cuando en España gana un partido distinto del que gobierna no se crean que despide a todos los enchufados del otro; despide solo a algunos, pero mete a los suyos con lo cual año tras año se va engrosando el parasitismo político. La izquierda ha cambiado su discurso socialista por un discurso ecologista de salón, la amenaza de un retroceso social y un feminismo de la Señorita Pepis. Todo un anzuelo para pescar votos, pero en la realidad que me digan a mí dónde estaban las feministas cuando las persecuciones de las mujeres en Irán. En cuanto a la paz social solo se consigue si hay riqueza que repartir. Repartir miseria es lo que hacen los cubanos. Que el Estado empobrece, es lo que dice Milei, aunque no lo diga de muy buenas maneras.