Más superficie, pero malas políticas

Miguel Herrera (SPC)-Agencias
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La agricultura y la ganadería ecológicas ganan terreno en España en 2023 (12%), pero la estrategia comunitaria con este modelo productivo presenta fallos importantes

Más superficie, pero malas políticas

La Unión Europea (UE) está haciendo un gran esfuerzo económico para potenciar el desarrollo y la generalización de la agricultura y la ganadería ecológicas. Entre 2014 y 2022 ha gastado 12.000 millones de euros en esta cuestión y está previsto emplear otros 15.000 hasta 2027 con la misma finalidad. A pesar de ello, actualmente solo el 4% de la Superficie Agraria Útil (SAU) de la UE es ecológica, una cifra que queda lejos del objetivo propuesto para 2030, y que hoy parece poco menos que inalcanzable: llegar al 25% de la SAU para el año 2030.

En cualquier caso, España continúa en los puestos de cabeza en producción ecológica e incrementa año tras año la proporción de esta actividad en la economía del sector primario. Así lo avala el informe 'Estadísticas de Producción Ecológica año 2023' que ha difundido el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Al cierre de 2023, la SAU dedicada a la producción vegetal ecológica alcanzó las 2.991.881 hectáreas, 316.550 hectáreas (un 12%) más respecto al ejercicio anterior. Si se incluyen las tierras forestales ecológicas no consideradas agrarias, la cifra final se sitúa en 3.161.038 hectáreas.

Estos datos, recopilados de las comunidades autónomas y aún provisionales hasta su validación por la agencia europea Eurostat, apuntan a que la producción vegetal ecológica ocupa el 12,51% de la Superficie Agraria Útil de España, frente al 10,83% correspondiente a 2022. Aunque el crecimiento es importante, a este ritmo es imposible alcanzar el 25% que pretende la UE. Y hay que tener en cuenta que España es uno de los líderes comunitarios en este campo y que las cifras en la mayor parte del resto de países son más pobres.

Más superficie, pero malas políticasMás superficie, pero malas políticasAdemás, también está pendiente el asunto del consumo interno. Por facturación, los alimentos ecológicos son un 2,3% del volumen de ventas alimentarias en España, mientras que su valor es un 3,3%. Esas cifras, incluso teniendo en cuenta que parte de la producción pueda destinarse a alimentación animal y que no es lo mismo volumen que superficie, quedan lejos de ese 12,51% de SAU dedicada a este modelo. Y también lejos quedan las cifras españolas de consumo respecto a otros países europeos: según Ecovalia (Asociación profesional española de la producción ecológica), cada español gastó en 2023 64 euros (56,63 según el Ministerio) en productos ecológicos; cada suizo llegó a 437 y cada danés a 365.

Volviendo a suelo patrio, los cultivos con más extensión en ecológico en nuestro país son los frutos secos (310.096 hectáreas), el olivar (292.868 hectáreas), los cereales para la producción de grano (261.924 hectáreas) y el viñedo (166.285 hectáreas). Andalucía se constituye como la comunidad autónoma con una mayor extensión de SAU en producción ecológica (1,5 millones de hectáreas), seguida de Castilla-La Mancha (519.327 hectáreas), Cataluña (253.642), Extremadura (141.001), Región de Murcia (117.415) y Aragón (100.557).

En cuanto a la producción animal, las actividades ganaderas ecológicas aumentaron un 18% en 2023 respecto al año anterior, al situarse en 11.106, con el sector del bovino como protagonista en el 53,52% de los casos. De todos modos, el número de cabezas en explotaciones ecológicas descendió la pasada campaña un 15%, al contabilizarse 2.531.467 animales. Posiblemente el precio de los piensos, caros de por sí y aún más caros en su versión ecológica, haya tenido gran parte de la culpa de este descenso. En el apartado ganadero también se incluye el registro de 92.487 colmenas.

En total, el pasado ejercicio se certificaron como ecológicas 32.064 toneladas de carne de vacuno, 9.998 toneladas de carne de ovino, 4.449 toneladas de carne de porcino, 19.203 toneladas de leche para consumo directo, 1.575 toneladas de queso, 163,05 millones de huevos y 1.164 toneladas de miel, entre otros alimentos.

La acuicultura es otra de las actividades en las que se practica el modelo ecológico, con una producción que repuntó un 7% el pasado año respecto a 2022, al alcanzarse las 4.306 toneladas de pescado y marisco. De esa cantidad, que se genera principalmente en Galicia y Asturias, 1.745 toneladas son de mejillón.

Por último, la gran variedad de la producción industrial ecológica contó el pasado año con un total de 11.908 actividades relacionadas con la elaboración de aceites, conservas de frutas y de pescado, productos de panadería, bebidas, vinos, lácteos y preparados cárnicos o piensos para alimentación animal. En 2023 se produjo, además, un importante aumento del número de operadores en el sector ecológico, ya que alcanzó la cifra de 64.430, un 6,28% más que un año antes. Algunos de ellos trabajaron con más de un producto ecológico, porque el número de actividades que realizaron fue superior (68.448).

Un referente.

Los datos del informe del Ministerio confirman la tendencia de crecimiento sostenido del sector, que juega un papel crucial en el cumplimiento de los objetivos del Pacto Verde Europeo. España es un actor destacado en el avance hacia esa difícilmente alcanzable meta establecida por la Comisión Europea de destinar el 25% de las tierras agrícolas de la Unión Europea a la agricultura ecológica para 2030. Con los últimos datos publicados por Eurostat, correspondientes a 2022, ocupamos el segundo puesto en SAU ecológica, después de Francia. Y, según las informaciones publicadas por la Agencia francesa para el desarrollo y la promoción de la agricultura biológica (L'Agence BIO), todo apunta a que en 2023 España ha superado al país galo en superficie ecológica, un dato que no se confirmará hasta disponer de las estadísticas oficiales de Eurostat relativas al pasado año.

En el informe 2024 sobre el sector de la organización Organics International (INFOAM), elaborado junto al Instituto de Investigación Orgánica (FiBL) y publicado el pasado mes de febrero -con datos del año 2022-, España es el séptimo país en superficie ecológica (2,62 millones de hectáreas en ese momento) de una lista de 186 estados, que suman en total 96 millones de hectáreas. Este documento arroja también que España es líder mundial en producción de aceituna ecológica y el segundo en cítricos y uvas. El informe también recoge que las ventas mundiales de alimentos y bebidas orgánicas alcanzaron casi los 135.000 millones de euros durante el año 2022.

Sin embargo, y a pesar del buen papel de España, las políticas comunitarias con este modelo productivo presentan fisuras, algo que posiblemente esté detrás del hecho de que ese 25% para 2030 sea una cifra utópica, al menos actualmente. Los 12.000 millones gastados desde 2014 a 2022, financiados a través de la Política Agraria Común (PAC), han sido insuficientes, se han gastado mal o ambas cosas a la vez.

Según una auditoría del Tribunal de Cuentas Europeo (TCE) acerca de este asunto, esos fondos se utilizaron para aumentar la superficie cultivada ecológicamente «sin tener suficientemente en cuenta los objetivos medioambientales y de mercado establecidos por la política de la UE en materia de agricultura ecológica». Y es que los agricultores pueden llegar a recibir dinero de la UE aunque no apliquen la rotación de cultivos o las normas de bienestar animal, requisitos en principio obligatorios.

Los auditores también constatan que era una práctica jurídica común obtener autorización para utilizar semillas no ecológicas cuando se plantan cultivos ecológicos y señalan que, actualmente, «no hay forma alguna de medir cómo se han materializado los supuestos beneficios medioambientales de la agricultura ecológica».

Las ayudas de la PAC estaban destinadas a compensar a los agricultores por los costes adicionales y las pérdidas de ingresos derivados del cambio de la agricultura convencional a la ecológica. Pero no estaban obligados a producir ningún producto ecológico para recibir dinero de la UE, de modo que «la producción ecológica sigue siendo un mercado muy reducido que representa menos del 4% del mercado alimentario total de la UE», apunta el informe.

Además, a pesar de que en la UE la proporción de superficie agrícola ecológica ha aumentado de manera constante desde 2014, la adopción de este modelo difiere significativamente entre los Estados miembros y oscila entre el 0,6% de Malta y el 25,7% de Austria. De hecho, en 2022 cuatro países sumaban casi el 60% de la superficie agrícola ecológica de la UE: Francia, Italia, España y Alemania. En el caso de España, el 10,8% de la superficie agrícola se dedicaba a la agricultura ecológica ese año, cifra que aumentó hasta el 12,51% el ejercicio siguiente.

En resumen, según el informe del TCE ese 25% en 2030 es un objetivo «inalcanzable». Y añade que «sería necesario duplicar el ritmo actual de adopción de prácticas de agricultura ecológica» para llegar a cumplirlo. Aunque este tipo de cultivos «van ganando terreno en la agricultura europea, no basta con centrarse solo en aumentar la superficie cultivada ecológicamente, sino que hay que apoyar más al sector desarrollando el mercado e impulsando la producción», dice el responsable del informe y miembro del Tribunal de Cuentas, Keit Pentus-Rosimannus.

«De lo contrario, corremos el riesgo de crear un sistema desequilibrado que dependa totalmente de los fondos de la UE en vez de un sector dinámico impulsado por consumidores informados», concluye. Parece que la ausencia de políticas coherentes y firmes, a pesar del gasto invertido, pueden dar al traste con los objetivos de la Comisión Europea.

 

El intento de Sri Lanka.

En 2019, durante la campaña electoral de Sri Lanka, Gotabaya Rajapaksa, que sería presidente del país después de esos comicios y hasta julio de 2022, prometió la implantación total de la agricultura ecológica en un plazo de 10 años. Pero en 2021 aceleró brutalmente el proceso con una drástica decisión: prohibió importar y usar fertilizantes sintéticos y también pesticidas no naturales. Sin excepciones. Es decir, de facto, implantó la agricultura ecológica forzosamente. Como resultado, la cosecha de arroz disminuyo un 40% y Sri Lanka dejó de ser autosuficiente en un alimento básico de su dieta. El té, que representaba el 10% de la exportaciones del país, redujo su producción en un 20%. El caucho también es un cultivo importante y pasó de aumentar su producción un 15,2% en el primer semestre de 2021 respecto a 2020 a reducirla un 17,7% en el segundo semestre (también respecto a 2020), ya con la prohibición de importar fertilizantes en vigor.