Son tiempos muy turbios, muy espesos, marrones y apestosos. Una buena parte de la población espera que en algún momento aclaren y que escampe, pero bastantes comienzan a desesperar. Todo, en realidad, no hace sino hacerse cada vez más sucio y enredado. Golpes bajos y patrañas por doquier. La canallada tiene recompensa, premio la mentira y a la verdad castigo. Lo más obsceno, lo que considerábamos la infamia imposible de superar, es de inmediato tapada por una aún mayor mientras dos más esperan su turno a su vez elevar otra vez el listón.
Empiezo a percibir una desesperanza creciente, pero al tiempo un encono y una rabia cada vez mayor. Hay cada vez un mayor numero de gentes que se sienten atropelladas, pisoteadas en lo son en lo que sienten, en lo que creen y en lo que quieren. Y muchos temen expresarse con libertad. Eso cada vez más. Y eso es letal, lo peor que nos puede pasar. Y nos está pasando ya.
No me gusta para nada la vereda por la que nos han ido metiendo, y ahora ya lo hacen sin ya ningún tipo de disimulo. Nos tratan como ganado. Piensan que no tenemos capacidad de respuesta más allá de gritar y dan por seguro, y no les falta razón, que los 'suyos' están vacunados e inmunizados contra todo cuanto puedan hacer aunque sea la peor de las atrocidades. Basta con que señalen que si no vienen los 'otros' que son la peste peor.
Pero creo que se están equivocando y mucho. Lo debo creer porque esa es la esperanza que no podemos perder. Y lo cierto es que la empiezo a recuperar. Porque en el ataque demoledor contra lo que son las defensas de derechos y libertades que los ciudadanos tienen y el sistema democrático ampara y tutela, se están estrellando de verdad. Y la prueba es el encono y la saña que empelan contra ellos. La tremebunda persecución y el insulto continuo contra el Poder Judicial y el Derecho a la Información es la prueba mas palpable de que no estamos vencidos sino que al final la victoria será de la Justicia y de la Libertad.
En lo personal, me siento incluso reconciliado con el coraje y el tesón de mis compañeros periodistas, (hablo de periodistas, no de voceros doctrinarios o apesebrados) aunque yo ande ya por la jubilación, que en este momento y soportando presiones y amenazas han ido sacando a la luz lo que pretendían y pretenden a toda costa ocultar. Los de toda la vida, los que dan la noticia contrastada y documentada de lo que no se quiere que sepamos. La que hay que dar, vamos, al coste personal que sea.
Así que aunque haya cada día, y cada vez a más, una inundación de declaraciones, de humaredas, de clamores, palmoteos, muecas y esperpentos (ojo al circo Montero en el 'banco azul') para tapar lo que se está ya cociendo en la olla judicial y se va a comenzar en breve a emplatar, les tiene de los pelos. La procesión va por dentro y en cuanto empiece a asomar, camino del banquillo, la reata, que ya se esta formando, el que más y el que menos va a ponerse a pensar que número le va a tocar a el. Porque desde el de Koldo hasta el 1 pueden pasar de los cien.