El escritor y dramaturgo albacetense Frutos Soriano publica un nuevo poemario, Semillas de olmo. El autor comentó a La Tribuna de Albacete las singularidades se su obra, publicada por La Isla de Siltolá.
Un nuevo poemario.
Así es, un libro de haiku, un poemario Semillas de olmo en La Isla de Siltolá, que tiene una colección de haiku y este es el séptimo título. Es una editorial sevillana que tiene ya muchos años, con varias colecciones, y tiene mucho prestigio. Desde luego estoy muy satisfecho, porque la edición es muy cuidada.
¿Por qué ese título?
El libro es una recopilación de los haikus que he escrito durante los últimos siete años. Los escribí sin perspectiva de hacer un libro monotemático, pero vi que tenía unos 100 haikus que me parecían de cierta calidad y me decidí a mandar el libro. En cuanto al título, en mis haikus siempre hay atención hacia lo pequeño. Escribo sobre cualquier tema de la naturaleza pero, por lo que sea, presto especial atención a las cosas pequeñas. En este caso, siempre me ha emocionado mucho ver las semillas de olmo volar y me pareció que definía bien esa característica de un escritor de haiku.
¿Los podemos llamar pequeños poemas?
El tema de si es o no poesía, siempre está ahí, porque hay algunos ensayistas que dicen que el haiku es poesía breve y otros dicen que se aparta de la poesía porque no es lírico, es más bien contemplativo. Para mí, el haiku es poesía, con tres versos que intentan tener un ritmo, canónicamente en Japón se tiende a cinco, siete, cinco sílabas y aquí en España también es un canon métrico que funciona bien, aunque no es obligatorio, pero sin duda, un cierto ritmo sí es inherente al buen haiku, por eso yo lo definiría como poesía.
¿Fue complicada la selección de esos poemas?
Es verdad que tuve que hacer una selección, siempre cuesta mucho y hay que ser honesto en ese aspecto. El haiku es algo tan breve que debe ser muy bueno. Un escritor de haikus debe ser muy exigente consigo mismo, porque en tan pocas palabras o se es muy bueno o muy malo, creo que no hay término medio.
¿Colaboró con usted alguien en esa compilación?
Le mandé el libro a mi amigo León Molina, que también colabora con editorial. La idea fue que me comentara si veía que tenía calidad. A él le gustó, me pidió que añadiera alguno más y estuve un tiempo escribiendo algún haiku más, para lograr un libro que no fuese demasiado breve.
¿Algunos nuevos?
Sí, incorporé algunos hechos hace unos meses.
¿Hay alguna estructura?
Siempre intento que el orden sea el de las estaciones, aunque no lo he dividido claramente, no he titulado capítulos, que sí que está ahí ese intento de ritmo natural y empecé por el verano en concreto. Luego, quedé muy satisfecho de la limpieza y la edición del libro, que es muy bonita, en este caso sin ilustraciones. Hasta ahora todos los libros, al final traían una pintura sumi-e japonesa, una especie de logotipo de la colección, pero no en este caso, no sé a qué se debe.
¿Lo presentará?
Seguramente lo haré en algún acto de la Asociación de la Gente del Haiku en Albacete.
De paso, teatro.
Sí, mañana volverá Bécquer en Wyoming a Ea! Teatro, una obra que escribí con mi hijo Ezequiel, que participaba como actor, aunque ahora lo hará Samuel Monteagudo.