E ste año el Día de la Iglesia Diocesana invita a quitarse ese sentimiento de «cierta vergüenza» para mostrar Orgullosos de nuestra fe lo que somos y lo que hacemos, con humildad, convencidos de que Cristo y el Evangelio hacen de este mundo un lugar mejor. Reforzar ese sentimiento de pertenencia de los creyentes para tocar su corazón, también el de aquellos que, por distintas circunstancias de la vida, se han alejado de la práctica religiosa. La celebración y la vivencia de la fe son un motivo de alegría en un mundo sediento de esperanza. También es una oportunidad para reconocer y agradecer todo el bien que hace la Iglesia. En este Día tan especial, hablamos con nuestro obispo, Ángel Fernández Collado.
¿Qué sentimientos le produce el Día de la Iglesia Diocesana?
Un sentimiento gozoso que hace presente una gran realidad cristiana. Somos miembros de una importante institución de la Iglesia Católica que llamamos «diócesis». Una gran familia de cristianos donde se integran numerosas familias. La Diócesis aparece como una gran familia que integra las familias cristianas establecidas en un lugar o territorio común. Su visibilidad se hace presente en las celebraciones litúrgicas, en la formación cristiana, en la atención de caminar juntos bajo la guía de un «pastor», el obispo diocesano.
Este año, un lema Orgullosos de la fe. ¿Por qué sentirse orgulloso?
El sentimiento de orgullo es la causa de haber sido bautizados; momento en que comenzamos a vivir en la fe que hemos recibido y a transmitirla con el mandato de Jesús a todos los hombres y mujeres de buena voluntad. La fe es un don, un regalo del Señor Jesucristo en nuestras vidas. El Bautismo nos regala el orgullo de ser cristianos, de habernos incorporado a la Iglesia, a la familia de los hijos de Dios.
¿Qué pide nuestro obispo a los diocesanos de Albacete?
Que muestren su ser cristiano con el ejemplo de una vida ejemplar y con la transmisión de las enseñanzas de Jesucristo contenidas en el Evangelio y en la doctrina de la Iglesia de Jesucristo, transmitida y vivida a lo largo de los siglos.
¿Cómo podemos reforzar nuestro sentimiento de pertenencia y agradecimiento a nuestra Iglesia?
Sintiéndose parte importante de la Iglesia de Jesucristo y manifestándolo con nuestra asistencia y participación activa en la vida parroquial y en el comportamiento cristiano, que nos ha tocado vivir. Ser testigos de la fe y constructores del Reino de Dios aquí en la tierra y en los lugares y con las personas con quienes nos relacionamos o vivimos. Por último, colaborando activamente en las celebraciones litúrgicas, formándonos con las enseñanzas evangélicas y cuidando desde el amor y el servicio a los más necesitados.