El gusano cabezudo y la avispilla del almendro. Detrás de estos nombres que parecen propios de personajes de un programa infantil, se esconde un tándem mortal, dos plagas que preocupan, y mucho a los agricultores de La Manchuela.
Tanto es así, que el Salón Cultural de Madrigueras se quedó ayer pequeño, para acoger una charla informativa sobre ambas especies a la que acudieron más de 200 titulares de explotaciones de almendro de varios pueblos de la zona.
Al acto, asistieron el alcalde, Juan Carlos Talavera; el director general de Ordenación Agropecuaria, Joaquín Cuadrado, y el delegado de la Consejería de Agricultura en la provincia de Albacete, Ramón Sáez, quien dio cuenta del encuentro.
«Hasta ahora, el gusano cabezudo se localizaba en una zona y unos cultivos muy concretos», indicó el delegado, «que era la comarca de Hellín, en municipios como Tobarra y en explotaciones de árboles frutales, pero hoy ya no es así».
En esta zona de la provincia de Albacete, el propio sistema de cultivo en regadío ayuda a frenar la expansión de esta plaga, ya que esta especie se siente más cómoda en fincas de secano, a ser posible con suelos arenosos.
«Las larvas del gusano cabezudo se mueren cuando llueve mucho, no les gusta la humedad, y en parcelas de regadío les pasa algo similar, pero en las explotaciones de secano de La Manchuela donde además golpea la sequía, árboles como el almendro están más expuestos, son más vulnerables», dijo.
Los primeros signos de alarma se dieron en municipios como la propia Madrigueras, Mahora o Navas de Jorquera. Para evitar que la situación vaya a más, los técnicos de la delegación provincial de Agricultura ya trabajan en una delaración de plaga.
«La declaración de plaga estará lista antes de que acabe el año», anunció, «para poder aplicar los tratamientos adecuados antes del mes de abril, que es lo que recomienda el protocolo, pero también lo hacemos con la mente puesta en el almendro ecológico», expuso Ramón Sáez.
La aplicación de tratamientos con ciertos principios activos puede afectar a la certificación ecológica del producto, concede, «pero con una declaración de plaga en vigor, al menos no pierden las ayudas», lo que ayudará a paliar el impacto económico de esta especie.