El edificio del Colegio de Aparejadores y Arquitectos Técnicos de Albacete, obra de Francisco Candel y Juan Caballero, se llevó, en la segunda edición de los Premios de Arquitectura y Urbanismo del Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha (COACM) celebrada en Cuenca, la distinción del año en la categoría Permanencia Obra Nueva. De nueva creación, esta categoría reconoce las obras castellano-manchegas con más de 20 años de antigüedad que mejor han asimilado el paso del tiempo, destacando por su durabilidad, correcto envejecimiento y vigencia.
En el caso del edificio del Colegio de Aparejadores, el jurado valoró la consistencia en el tiempo de la propuesta. Pero esta deseada permanencia, según Francisco Candel, no sólo depende del arquitecto. "La obra debe estar bien construida, y esa sí es nuestra responsabilidad. Sin embargo, también es necesario que el usuario la cuide, como patrimonio que es de la ciudad donde se construye", reflexiona.
En este sentido, Candel lamenta que proyectos suyos, como la Ciudad Deportiva de Albacete (1998), varias veces premiada; o la Casa de Perico (2006), una obra pequeña, pero emblemática de su trabajo, "sólo se puedan ver, en su concepción original, en la web". Según el arquitecto premiado, la idea original de Casa de Perico "ha sido pervertida por el mal uso que se ha hecho de ella", mientras que en la Ciudad Deportiva, "cada dirección ha hecho lo que ha parecido, desvirtuando la esencia con la que fue concebida".
Por este motivo, el arquitecto aboga, como ya hizo públicamente cuando recogió premio junto a Juan Caballero, porque el reconocimiento "lleve aparejado una protección como patrimonio". Esta opinión de Candel, que resume el sentimiento de muchos arquitectos, fue una de las cuestiones que se han tratado en las recientes II Jornadas de Arquitectura y Patrimonio, celebradas también en Cuenca.
Fueron varias las voces, entre ellas la de la decana del COACM, Elena Guijarro, las que recalcaron la necesidad de elaborar una relación de edificios con valor, también contemporáneos (siglo XX y XXI), para determinar cuál es el grado de protección a aplicar en cada caso. Sobre la vinculación directa entre la obtención de un premio del COACM, y el grado de protección del edificio, Guijarro asegura que "estar en permanente contacto con quienes legislan en la región, nos puede hacer avanzar en este sentido".
Según Candel, y una vez han pasado los años, "sólo una de cada cinco obras mías permanece inalterada, y eso es un dolor absoluto para el arquitecto, puesto que los edificios también son patrimonio de la ciudad". En este sentido, Juan Caballero, coautor del proyecto, apunta que, con el tiempo, los edificios toman su posición en el paisaje urbano, de manera que el ciudadano "los va asumiendo, los hace suyos, y, por lo tanto, también lo hace la ciudad". Consecuentemente, la propiedad también debería ser consciente "del valor que tiene la arquitectura moderna", añade.