Prudencia, también ante las buenas noticias

Javier Fano y Sara Hernández (*)
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En el caso de los créditos, y especialmente de las hipotecas, se suele cometer el error de generalizar

Javier Fano y Sara Hernández, 'Family Bankers' de Banco Mediolanum. - Foto: B.M.

En junio el Banco Central Europeo bajó los tipos de interés por primera vez en cinco años, volvió a hacerlo en septiembre y nadie descarta nuevos recortes. Evidentemente, nos encontramos ante un cambio de tendencia que ya ha empezado a abaratar préstamos e hipotecas gracias, en parte, a una inflación moderada.

Después de una época en la que se generó mucho alarmismo por una elevada inflación y por el impacto de las subidas de tipos en los precios de las hipotecas, tras años de tipos extremadamente bajos e incluso negativos, ahora los hogares tienen muchos motivos para apreciar las buenas noticias tanto sobre las condiciones en las que consumen (los precios) como las condiciones en las que se endeudan (los intereses). Sin embargo, es importante no confiarse ni dejarse guiar por el sentimiento general. 

En el caso de los créditos, y especialmente de las hipotecas, se suele cometer el error de generalizar. Pero debemos tener especial cuidado con eso, ya que las hipotecas son productos financieros complejos a 25 ó 30 años en los que hay que estudiar bien las condiciones. Necesitamos algo más que el abaratamiento de los tipos para convencernos de qué tipo de hipoteca nos conviene y, sobre todo, no debemos entrar en pánico y dudar de si tenemos el producto correcto ante una eventual subida de tipos. Nuestras previsiones de ahorro e ingresos, el nivel de las garantías hipotecarias que nos piden, las comisiones, los plazos y los requisitos de la amortización normal y anticipada son algunos de los muchos aspectos a tener en cuenta para tomar la mejor decisión. 

El ruido del corto plazo, que es especialmente fuerte en momentos de incertidumbre, nos puede llevar a tomar decisiones que acaben perjudicando a nuestras finanzas a largo plazo. Pero en esta época de sobreinformación es realmente difícil hacer ese ejercicio de aislarnos del ruido y entender qué es lo que nos conviene realmente.

Como asesores financieros, lo primero que aconsejamos es que cada persona tenga una buena planificación financiera que englobe el corto, el medio y el largo plazo en función de sus objetivos, perfil de riesgo y características. A partir de ahí, contar con la compañía de un profesional nos ayudará a no desviarnos y a hacer los ajustes necesarios en cada momento, sin dejarnos llevar por el ruido, el miedo o la euforia.

En definitiva, las decisiones que tomemos sobre endeudamiento, ahorro e inversión deberían depender más de la prudencia y los objetivos a largo plazo que del penúltimo giro de un mercado en constante cambio.

(*) 'Family Bankers' de Banco Mediolanum