El socialista Salvador Illa se convirtió ayer en el centésimo trigésimo tercer presidente de Cataluña, gracias al acto de toma de posesión y releva en el cargo al independentista de ERC, Pere Aragonés. En su discurso, el tercer presidente salido de las filas del PSC tendió la mano a todos los catalanes y afirmó que los ejes fundamentales de su mandato serán «unir y servir» a todos los catalanes. Además, abrió las puertas de la autonomía catalana: «Cataluña es tierra de acogida, lo ha sido siempre y lo seguirá siendo». Continuó asegurando que «Cataluña es solidaria, nuestra voluntad de ser es también una voluntad de convivir y la defensa de nuestra lengua, nuestra cultura y nuestra tierra no es nunca contra nadie ni para perjudicar a nadie».
Mientras Illa tomaba posesión de su cargo de presidente, CarlesPuigdemont hacía público un vídeo, en el que asegura estar ya de vuelta a la localidad belga de Waterloo, sin ninguna prueba que lo demuestre. Era la primera aparición del independentista desde su fuga surrealista en Barcelona y la aprovechó para afirmar que «el procès no ha acabado». Puigdemont asegura que priorizó regresar a un lugar seguro, antes que entregarse por temor a la «represión desatada». El líderreconoció que nunca tuvo la intención de entregarse y menos aún «a una autoridad judicial que ni es competente para perseguirnos por haber defendido el derecho de autodeterminación y haber organizado el referéndum de independencia de Catalunya, ni tiene por otra parte ningún interés para hacer justicia».
Todas las piezas del puzle encajaron a la perfección. Sánchez logró que Salvador Illa ocupara la Presidencia de la Generalitat de Cataluña -eso sí, a un precio muy alto pagado a ERC- y Puigdemont montó su espectáculo bajo el Arco dle Triunfo barcelonés, antes de regresar a Bélgica. La vida sigue igual y en pocos días el estupor de la ciudadanía por el esperpento vivido se disolverá en la cuarta ola de calor del verano. De lo contrario, habría habido un jaque a la gobernabilidad del Estado español.
Hay que recordar que Salvador Illa prometió su cargo y se comprometió a «cumplir fielmente las obligaciones del cargo de presidente de la Generalitat de Cataluña, con fidelidad al rey, a la Constitución, al Estatuto de Autonomía y a las instituciones nacionales de Cataluña». Mucho trabajo tiene por delante. Los discursos de toma de posesión son una declaración de intenciones que en la mayoría de ocasiones se convierten en un canto al sol... y el de Illa tiene todos los indicios de que así sea. Muchos aspectos de la actualidad catalana tienen que cambiar para «unir a todos» o para ser «una tierra de acogida» con los discursos de tintes xenófobos de sus socios. Sólo hay que desearle suerte.
Ahora, es turno de formar el Gobierno de la Generalitat. Dicen que Illa apostará por perfiles técnicos y expertos. Por fin, el exministro de Sanidad en el Covid-19 tendrá un comité de expertos.