El Albacete es pura resistencia. Los pupilos de Rubén Albés tuvieron que lidiar con una expulsión incomprensible de Maikel Mesa antes del descanso que obligó al equipo albaceteño a deslomarse en el segundo acto para contener las embestidas de un Levante impotente que arrastraba en su alma la rémora de su último tropiezo. Los visitantes bordaron su ejercicio defensivo en una acción de Ros, que sacó a Wesley un remate bajo palos en el ocaso. Salvada esta jugada, ya nada pudo impedir que el conjunto blanco reivindicara su orgullo en uno de los feudos más comprometidos de la competición.
A juzgar por el ambiente, el encuentro encajaba mejor en una eliminatoria de play-off que en uno de temporada regular. Más allá del azulgrana, una mancha blanca e impoluta participó del mosaico del Ciutat de Valencia. Cerca de 4.000 aficionados albaceteños, con las gargantas a pleno rendimiento, para alentar a un equipo que empezó la temporada sin pensar que el ascenso era un posible escenario.
El empuje de la parroquia visitante actuó como correa de transmisión para el equipo. De la mano de una intensidad desbordante, con Duba y su zancada como exponentes, el Albacete se parapetó en campo rival y cosió el balón en sus botas. En especial, las de Manu Fuster, cuyo repertorio técnico siempre esconde un truco más.
Imange del partido jugador en el Ciudad de Valencia. - Foto: Rubén SerralléLos hombres que llevarían más peligro en el inicio fueron Juanma y Juan María. El primero se inventó una volea morrocotuda que tuvo que palmear Cárdena. El segundo, acostumbrado a ejercer de actor secundario, remató demasiado tierno en un córner con la cabeza, en una posición donde podría haber hecho más daño.
En la orilla contraria, los focos fueron para el duelo de pesos pesados. Boyomo tuvo que lidiar con el corpachón de Bouldini y su juego de espaldas. El ariete levantinista se presentó con un control con el pecho inverosímil, tras un balón llovido desde el más allá, y un remate de volea que Altube bendijo por no coger portería. Prosiguió con un disparo en la media vuelta que el meta visitante avistó sin apuros. Y hasta cerró el primer tiempo con un tanto tras un poderoso remate de plancha, pero el VAR lo invalidó por fuera de juego.
Sin embargo, la jugada del partido aconteció justo antes del susto de Bouldini. Maikel Mesa, que ya cargaba con una amarilla, vio cómo Ávalos Barrera le enseñó la segunda en una disputa inocua, en apariencia, con Cantero. El rostro del centrocampista tinerfeño, más que rabia, reflejó incomprensión en su camino hacia la caseta.
La expulsión envenenó un encuentro emocionante, en el que ambos conjuntos se vaciaban en cada disputa. Y el Albacete, gustoso de jugar en campo contrario y defender hacia adelante, se vio obligado a recular para edificar su capacidad de resistencia.
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