Melania, una primera dama incomprendida

Marta Garde (EFE)
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La exmodelo arranca su segunda etapa en la Casa Blanca con mayor experiencia, dispuesta a reivindicar sus propias ideas y con el deseo de ser mucho más que la esposa del presidente

Melania, una primera dama incomprendida - Foto: EFE/ALLISON DINNER

Cuando Melania Trump abandonó la Casa Blanca en enero de 2021, la entonces primera dama seguía siendo prácticamente una desconocida para los estadounidenses. Cuatro años después, la esposa del presidente ha vuelto al poder con más experiencia y conocimiento, según ella sostiene, reivindicando sus propias ideas.

El día de la investidura, celebrada el pasado 20 de enero, acaparó la atención con sus estudiados looks. En concreto, por el sombrero diseñado por Eric Javits que ocultó parte de su rostro en las distintas ceremonias y que marcó distancia incluso con su marido, que no pudo darle un beso impedido por el ala dura de esa prenda.

Fue un golpe de efecto de una mujer acostumbrada a que su vestimenta hable cuando ella no tiene ocasión de expresarse, pero que no piensa quedarse callada.

En el primer mandato de Donald Trump (2017-2021), quizá la gente no la entendía ni aceptaba «como ahora», destacó el pasado mes en una entrevista concedida a una cadena televisiva con motivo de un documental sobre su regreso. «Algunos quizás me ven solo como la esposa del presidente, pero soy independiente, tengo mis propias ideas y mis síes y noes. No siempre estoy de acuerdo con lo que mi marido dice o hace, y está bien», explicó entonces.

También se le vio en la tradicional recepción que los mandatarios salientes ofrecen a sus sucesores en su nuevo hogar. «Bienvenidos a casa», comentó el demócrata Joe Biden a los Trump, que subieron la escalinata cogidos de la mano.

De Florida a Nueva York

La exmodelo eslovena, de 54 años, no vivirá de forma exclusiva en el 1600 de la avenida Pensilvania de Washington. Tal y como contó en una cadena estadounidense, dividirá su tiempo entre Palm Beach (Florida), donde Trump tiene una residencia, y Nueva York, para estar más cerca de su único hijo en común, Barron, inmerso en la universidad.

Este regreso a la capital federal, no obstante, le ha resultado más sencillo. «La primera vez fue un desafío. No teníamos mucha información, pero esta vez lo tengo todo. Ya seleccioné los muebles. Esta vez es una transición muy diferente», señaló a los medios.

No ha trascendido, sin embargo, qué cambios ha implantado en la residencia oficial. Sí se ha filtrado que el magnate de Queens ha recuperado en el Despacho Oval el «botón de la Coca-Cola» que ya tuvo en su primer mandato y que le permitía pedir directamente esa bebida desde su escritorio.

Según la propia Melania, estos próximos cuatro años serán «emocionantes». «Tenemos mucho que hacer y poner al país nuevamente en forma», comentó hace unos días, en una línea similar a lo que lleva defendiendo su marido desde que asumió el cargo: que Estados Unidos alcance su «era dorada».

De su propia agenda, la primera dama ha hecho saber que retomará el proyecto de mejora de la salud mental de los jóvenes Be Best y lo ampliará, apuntando específicamente al impacto de las redes sociales en la adolescencia. Según recordó, no tuvo mucho respaldo cuando lo comenzó. «Invité a todas las plataformas de streaming a la Casa Blanca. Tuve la mesa redonda y no obtuve mucho apoyo», afirmó, lamentando lo que se podría haber hecho de haber tenido entonces el esperado eco.

Ahora, la esposa del republicano llega a esta nueva etapa segura de sí misma: «Mi primera prioridad es ser madre, ser primera dama, ser esposa» y, una vez instalados de nuevo en el poder, «servir al país».