Las pretemporadas no suelen servir prácticamente para nada. Es algo que los entrenadores repiten cada verano, ya que este periodo de tiempo está cargado de trabajo físico y una gran cantidad de conceptos que los jugadores tienen que ir madurando con el paso del tiempo. Además, las plantillas suelen tener muchas altas y bajas, lo que también supone un problema para que los preparadores logren conectar todos los hilos, más cuando de un tiempo a esta parte y, debido al pronto inicio de la competición, han visto recortado ese tiempo para la puesta a punto de una nueva temporada.

Que los resultados son lo de menos está claro, pero más allá de todo eso, de la carga de trabajo y de los marcadores, obviamente los aficionados quieren ver la evolución de su equipo de cara al inicio de la competición y lo que es ha visto del Albacete ha dejado bastantes interrogantes. Una buena o mala pretemporada no tiene habitualmente su reflejo en la competición. Pretemporada magníficas, con triunfos sobre rivales de Primera, resultan luego un fiasco a las primeras de cambio y otras donde todo fueron dudas e incógnitas tiene un buen arranque, lo que, en una competición tan larga y exigente como es la Segunda División, siempre tiene un valor añadido.

El caso es que la pretemporada del Albacete no ha sido de las mejores que se recuerdan en los últimos años. Además todo se ha visto aderezado con partidos 'fantasma', rivales que se bajan del carro y cambios sobre la marcha para no trastocar mucho la preparación. Luego está la confección de la plantilla y esos jugadores que siempre suelen llegar al final, que obviamente necesitan su tiempo para adaptarse cuando ya se pone a rodar el balón y al entrenador se le acortan las sesiones en las que poder trabajar conceptos metidos ya en la vorágine de la competición.

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