Javier Ruiz

LA FORTUNA CON SESO

Javier Ruiz


El bisiesto

29/02/2024

El bisiesto es un año raro, que florece como el trébol de cuatro hojas. Apenas se le ve y tiene cabida, pero hoy viene como señal de buena suerte. Los nacidos en este día tienen la particularidad de que sólo cumplen años cada cuatro. Recuerdo una mañana como hoy, 29 de febrero, de hace ocho o doce años, en que pedí a los oyentes de la radio que nos llamaran si era su aniversario un día como este. Fueron dos personas las que comunicaron. Una nos dijo que celebraba habitualmente el cumpleaños los 28 de febrero y otra, el 1 de marzo. Lo cierto es que este jueves es su día, el día de los bisiestos, de aquellos marcados desde la cuna por la singularidad y el parto. Nuestro presidente del Gobierno es uno de ellos. Pedro Sánchez nació un 29 de febrero de 1972. Llevaba la marca del elegido desde el principio y no lo sabíamos. Lo que pasa es que hay cumpleaños y cumpleaños. Y los últimos no han sido gratos. En el dieciséis, lo echaron del partido; en el veinte, le tocó la pandemia y en el veinticuatro, Ábalos. A veces la suerte se vuelve en contra y no sabe uno dónde meterse. Para colmo, es su decimotercer aniversario justo, cabal, en 29 de febrero. Trece, el número maldito. Los trece que se sentaron a cenar una noche para celebrar la Pascua. Y el decimotercero, Judas, el traidor. De ahí el estigma para la eternidad. Si aparece en un guion de película, no parece todo tan tremendo. Y ahí está. El traidor ha nacido y era uno de los suyos. El más próximo, el más cercano. El único que apostó por él cuando nadie creía. Desde la secretaría general del Psoe en Alicante, le alquiló un Peugeot y lo puso a dar vueltas por las agrupaciones y los militantes. Ábalos ha resultado ser. Qué tremenda es la vida. Cuña de la misma madera. Al suelo, que vienen los nuestros. La numerología trabaja y es una ciencia. Nostradamus sabía que Ábalos venía de camino.
Sánchez celebra este cumpleaños sumido en la hojarasca, el general en su laberinto y toda la novelística de García Márquez. Aunque tenga quien le escriba, cada vez son menos y surgen las dudas, salen las grietas. El otro día Page con Alsina cerró filas y dijo que el Psoe debía ser exigente en asuntos de corrupción, máxime después de haber llegado al poder a lomos de una moción de censura por la Gürtel. Y la respuesta ha sido la correcta, la adecuada. Los koldolaris son aves de paso que sobran en política, aunque los traigan los héroes de Waterloo. Santos Cerdán ha debido mirar a Ábalos como las vacas al tren y José Luis, mitad pícaro, mitad trágico, ha dicho que no cuenten con él. Su comparecencia, a medio camino entre la inspiración y el llanto, tuvo un halo de coturno griego, un punto de drama shakesperiano o quizá también, algo de esperpento carpetovetónico. Ábalos se fue hace dos años y volvió después como diputado raso y no quiere entregar el acta. A Sánchez le ha salido un contestón en sus filas. Su mano derecha. Aunque en esto es evangélico, pues no conoce a su mano izquierda, con la que sujeta el hacha de koldolari. Ni una trama de Hitchcock hubiera dado para tanto. Esto son Los pájaros volando del revés, cuando a Tippi Hendrick se le torcía el gesto. O ¡Qué bello es vivir!, cantando al final un cumpleaños diabólico. Los ángeles caídos consiguen sus alas cuando abaten un traidor, como Lucifer en el Retiro. Nada hay comparable a la catarsis griega. Aunque venga de Alicante, como en este caso, y sea bisiesta.