La Facultad de Medicina de Albacete cuenta en su base de datos con hasta 1.882 solicitudes de personas interesadas en donar su cuerpo o cerebro desde que comenzó el programa de donaciones para la docencia y la investigación en este centro del Campus de Albacete.
La coordinadora de este programa, Mar Arroyo, catedrática de Anatomía y Embriología Humana, destacó que este programa ha ido creciendo progresivamente año tras año, con la excepción de lo ocurrido en el año 2020 debido a la pandemia del Covid que se paralizó. «Desde 2021 ya hemos empezado a remontar y ahora mismo la media de donaciones de cadáveres que recibimos es de 13 cuerpos al año desde el 2022».
Este año, con datos a mediados del séptimo mes del año, es decir, julio, la Facultad de Medicina de Albacete ya ha recibido siete donaciones de cuerpo (cuatro mujeres y dos hombres) y una más de cerebro. En 2023 también se registró la misma cifra de donantes, pero cuatro eran hombres y tres mujeres.
«El año pasado fue flojo, porque también tuvimos que renovar el convenio con la funeraria y se produjo un pequeño parón», indicó Arroyo, que recordó que también la Facultad de Medicina de Ciudad Real mantiene activo este programa y recoge donaciones de cuerpo y cerebro. De esta forma, la catedrática de Anatomía y Embriología Humana aclaró que «con este volumen de donaciones la docencia de los estudiantes tanto de Medicina como de otras carreras de ciencias de la salud está garantizada».
Además de satisfacer las necesidades formativas de los alumnos de Medicina (para los cursos de primero, segundo y tercero), Enfermería y Farmacia, los cadáveres que se almacenan en las cámaras frigoríficas de la sala de disección, también se utilizan para los cursos de formación de postgrado con el Servicio de Cirugía Maxilofacial de la Gerencia de Atención Integrada. Ya se han realizado dos ediciones del curso de colgajos de cabeza y cuello, de la que este año celebraremos en octubre la tercera edición, lo que permitirá a los profesionales, fundamentalmente residentes de la especialidad tanto del CHUA como venidos desde todos los rincones del país, practicar técnicas más avanzadas de las que realizan los estudiantes durante su etapa formativa. Para esta acción hay disponible un cuerpo para cada dos médicos.
utilidad. Mar Arroyo explicó que una vez recepcionan los cuerpos donados se les realizan una serie de analíticas completas para determinar que están libres de ciertas enfermedades infecciosas, como el SIDA, la tuberculosis o la hepatitis, «a pesar de que todos estos cuerpos son procesados, conservados en formol y cámaras frigoríficas durante el periodo en que son utilizados en la enseñanza», agregó la catedrática de Anatomía y Embriología Humana del campus de Albacete, que agregó que desde la llegada del Covid también se hace la PCR para garantizar que dichos cuerpos no tienen el virus.
La coordinadora del programa precisó que el promedio de utilidad de los cuerpos donados para este fin oscila entre los dos y los tres años, «pero va cambiando en función del número de cursos de postgrado que se hacen cada año». Pasado ese período se avisa a la familia o la persona de contacto que se haya dejado registrado en el boletín de donación para que acudan a recoger las cenizas.
«Generalmente es al finalizar el curso académico cuando se suelen cremar los restos, aunque cabe la posibilidad también de que los restos sean enterrados sí lo especifica la familia del donante», agregó Arroyo, que explicó que el programa de donación incluye el traslado desde el lugar donde se produce le fallecimiento, siempre y cuando sea dentro de Castilla-La Mancha hasta la Facultad de Medicina, corriendo la institución también con los gastos de la cremación una vez el cuerpo deja de ser útil para la formación y la investigación.
En cambio corre con cuenta del familiar del donante los gastos de recogida de los restos desde el cementerio municipal hasta el lugar donde deseen depositarlos en caso de proceder a su enterramiento. «También cabe la posibilidad de utilizar los espacios que tenemos cedidos por el Ayuntamiento, en el cementerio para que descansen allí los restos cremados: bien en la zona de nichos habilitados para tal fin, o en el caso de las cenizas en el Jardín del Descanso».
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