Francisco Muro de Iscar

MUY PERSONAL

Francisco Muro de Iscar

Periodista


No hablan, no escuchan, no ven

27/01/2025

Hablar, escuchar y ver son tres herramientas indispensables de las que disponen las personas para conducirse en la vida. También en la política. O así debería ser. Pero, aquí y ahora, nadie habla con nadie. El presidente del Gobierno y el líder de la oposición ni hablan ni se escuchan ni se ven. Una grave anomalía democrática porque entre los dos representan a la inmensa mayoría de los ciudadanos. Por eso, cuando tras una nueva derrota parlamentaria del Gobierno, el presidente y sus ministros acusan a la derecha de haber impedido la aprobación de las subidas de las pensiones, mienten. Lo habrían conseguido, incluso con el voto afirmativo del PP, si lo hubieran hecho sin trampas, obligando a aceptar en un solo bloque otras medidas impresentables. Prefirieron actuar como trileros. Es curioso que cuando Junts apoya las decisiones del Gobierno, estamos ante "un Gobierno de progreso" y cuando vota en contra es "la ultraderecha" la que lo impide.

Pero ese no es el principal problema. El presidente no se habla con Sumar, su socio en el Gobierno -que no se habla con Podemos, su alter ego- ni le informa de lo que va a hacer. Tampoco se habla con Junts, aunque se reúnan de vez en cuando y aunque el presidente esté dispuesto a acudir a la cueva del fugado -al que prometió traer para entregarlo a la justicia- si eso es indispensable para seguir en el poder. Y con el PNV sólo habla cuando éste le reclama algo más, un palacete en Paris, unas transferencias, lo que sea. El PNV es el que mejor practica el trueque y Junts el chantajista perfecto.

Sánchez encabeza todos los rankings. Califica a la nueva Administración de Estados Unidos -con la que va a tener que enfrentarse para defender los derechos de las empresas españolas y evitar la imposición de aranceles que pueden hundir nuestras exportaciones- de "tecnocasta" y promete "encabezar la rebelión y la lucha contra la Internacional Ultraderechista". Va a Valencia, de tapadillo, y no se reúne con el presidente de la Generalitat de Valencia y, por supuesto, no se atreve a escuchar a los damnificados ni se preocupa porque no lleguen las ayudas. O acuerda con Marruecos reabrir las frontera de Ceuta y Melilla, sin contar con los presidentes de esas ciudades autónomas.

Pero sus ministros no se quedan atrás. La de Sanidad, incapaz de ayudar a solucionar la falta de médicos y de plazas MIR, no se habla con los médicos ni con el resto del personal sanitario, pero pretende imponer los cambios que ella quiere, no los que la sanidad necesita, más aún cuando las competencias son de las comunidades autónomas y no suyas.. Bolaños, el de Justicia, no se habla con los jueces sino que permite los insultos de sus compañeros de Gobierno y de sus socios de legislatura. López ignora a los funcionarios y no ha tenido más remedio que parar, de momento, el estropicio de Muface, a pesar de su compañera de Sanidad, enemiga pública de la Sanidad privada. Oscar Puente, que podría ser un buen político, solo abre la boca para insultar, incluso al Tribunal Supremo, o para lanzar bulos, como el de inventarse una portada de ABC ¡de 1939! La ministra de Igualdad se mete donde no la llaman, ataca a la Iglesia Católica por no dar la comunión a un homosexual y dice, ignorancia supina, que eso es claramente anticonstitucional y exige que intervenga el Tribunal Constitucional. Los ministros de Economía y de Hacienda son suplantados por el presidente en el asalto a Telefónica y se enteran por los medios de las decisiones de Sánchez. Hablar no deben hablar mucho entre ellos.

No hablan entre sí ni con la oposición. Tampoco la oposición lo hace. Cada uno hace la guerra por su cuenta. No escuchan a los profesionales ni a los ciudadanos -las subidas del IVA, de las cargas a los autónomos o del IRPF a los perceptores del salario mínimo- y parece que no ven el descontento general y la desconfianza que crea esta manera de actuar. Mudos, sordos y ciegos.

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