En los seis primeros meses del año 2024 el equipo de profesionales sanitarios del Servicio de Salud Pública de la Delegación Provincial de Sanidad que se ocupa de los procesos infecciosos que afectan a más de una persona por el mal estado de los alimentos contabilizó dos brotes por intoxicaciones alimentarias, que afectaron a casi una treintena de personas.
Uno de los brotes registrados en el primer semestre de este año fue por salmonela y dejó un saldo de 24 personas afectadas de varias familias, por consumo de productos de una pastelería de la provincia que precisaban refrigeración; en cambio el segundo fue de origen vírico, por norovirus, con cinco afectados, intoxicación ésta asociada a la consumición en un kebab (bien por las salsas o la falta de higienización de las verduras empleadas en el establecimiento). Uno de los intoxicados de salmonela sufrió una infección grave que precisó de ingreso hospitalario.
En 2023 en igual período se produjeron también dos brotes por intoxicación alimentaria, aunque el origen de uno de ellos, durante un campamento de jóvenes entre 15 y 18 años, dejó un número mayor de personas infectadas, en concreto, 54, y dos personas más, en concreto, dos niños, se intoxicaron por otros virus en una guardería. En cambio en 2022 hubo hasta seis brotes entre el 1 de enero y el 30 de junio, de los que por virus resultaron infectadas 56 personas; y otros 14 se intoxicaron por salmonela, a través de dos brotes (uno de nueve afectados por el consumo de caracoles; y otro por una comida derivada del huevo); asimismo en una competición deportiva de carácter regional hubo otros 21 intoxicados por unos espaguetis. Ese año tampoco ninguno de los enfermos precisó hospitalización.
Se trata de brotes que se han manifestado con infecciones gastrointestinales, y que por lo general son benignos y cursan con diarreas y vómitos, dolores abdominales, calambres, etc., causados por alimentos o bebidas como el agua en mal estado, lo que se conoce toxiinfecciones o intoxicaciones alimentarias, que en la mayoría de los casos se prolongan durante 48 horas.
El jefe de sección de Supervisión y Auditorías de la Delegación Provincial de Sanidad, Francisco Pedregal, explicó que «las causas principales de la intoxicaciones alimentarias puede ser de tipo biológico (bacterias como la salmonela, o virus, o parásitos) o químico (porque lo traiga el propio alimento, como las setas).
No obstante, para minimizar al máximo estas intoxicaciones a través de los alimentos se realiza un riguroso control, tanto el comercio minorista, como los bares y restaurantes deben adoptar una serie de medidas para evitar que los consumidores se intoxiquen; por su parte, las autoridades sanitarias de Salud Pública, a través de sus equipos de vigilancia compuestos por veterinarios y farmacéuticos se ocupan de verificar las condiciones de los productos que son aptos para el consumo; y un tercer eslabón de esta cadena lo componen los consumidores que deben leer bien el etiquetado de los productos para hacer una correcta conservación, almacenamiento y cocinado y evitar con ello riesgos para la salud, sobre todo, si las personas que los van a consumir sufren de alergias o intolerancias a alguno de los ingredientes del alimento en cuestión.
Es cierto, en opinión de Pedregal, que la mayoría de los alimentos no se alteran en caso de contener un residuo químico o un germen biológico, es decir, no muestra mal aspecto ni huele mal, «ya que de lo contrario el consumidor lo desecharía al no apreciar riesgo, como ocurre por ejemplo con los hongos que aparecen en las frutas podridas que indican que están en mal estado para su consumo».
La falta de higiene y limpieza por parte de las personas que manipulan los productos y de las superficies que se utilizan para su preparación; que no exista una adecuada separación entre alimentos crudos y precocinados una vez almacenados en el frigorífico; que el cocinado sea inadecuado, es decir por debajo de la temperatura adecuada; o que no se han refrigerado correctamente por lo que se rompe la cadena del frío; y utilizar agua o alimentos inseguros, algo frecuente en períodos de vacaciones como los que nos encontramos ahora en la época estival.
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