«Creo que muchos le debemos una disculpa». La frase es de Emmanuel Petit, exfutbolista metido a comentarista deportivo, y se hizo viral al instante. El destinatario de esa disculpa es Luis Enrique, el técnico que ha elevado al PSG a, quizás, el mejor momento deportivo de su historia. Cuartofinalista en la Champions después de 'cargarse' al Liverpool con todo merecimiento, campeón virtual de la Ligue 1 (sigue invicto y aventaja en 19 puntos al Marsella) y favorito indiscutible en la Copa francesa: juega las semifinales ante el Dunkerque (2ª) y la otra 'semi' la disputan Cannes (2ª) y Reims (15º en Primera). 'Lucho', que ya ganó el triplete con el Barça en la 14/15, amenaza seriamente con repetir el hito una década después.
«Por fin hay seriedad en el equipo, y el responsable de ello es Luis Enrique», añadía Petit. El asturiano no ha abandonado su plan en ningún momento: es un tipo estricto, metódico, obsesivo, detallista e intenso. Muy intenso. Trabaja duro para transmitir dichos conceptos a sus jugadores y que estos, de forma colectiva, lo pongan en práctica sobre el campo. Finalmente ha conseguido que el PSG actúe como un bloque agresivo y voraz, sin contrapesos individuales como el de Kylian Mbappé: paradójicamente, piensan muchos en el Parque de los Príncipes, lo 'mejor' que le ha pasado al equipo es desprenderse de su gran estrella.
En bloque
El entrenador español (Gijón, 8 de mayo de 1970) es feliz con figuras que no actúan como figuras. Detesta el concepto de la 'prima donna' exenta de obligaciones defensivas por decreto ley y exige a todos lo mismo, ya sean canteranos o futbolistas de 200 millones. Necesita, para que su plan funcione, que todo se mueva en bloque. «No habría entrenado al PSG de Messi, Neymar y Kylian», aseguró nada más llegar a París. Ser tan directo, tan taxativo, le ha costado siempre un descrédito ante la opinión pública que torea con una personalidad siempre limítrofe entre lo orgulloso y lo altivo. No era fácil llegar a un vestuario de grandes 'vedettes', así que nada más salir de la Federación Española (fue despedido como seleccionador tras el Mundial de Qatar) sus primeras decisiones fueron 'cargarse' a dos iconos como Verratti y Neymar.
El golpe de autoridad, similar al que ejecutó en su día Guardiola al tomar el mando en el Barça (desveló que no contaba con Ronaldinho, Deco y Eto'o… aunque el camerunés terminó quedándose), levantó ampollas en París, una plaza dura en la que ni siquiera un 'sargento' como Cristophe Galtier se hizo con las riendas del vestuario.
El apoyo de Luis Campos, director deportivo del club, fue fundamental para tender puentes entre técnico y dirección: Al Khelaifi tuvo muchas dudas, pero Campos le convenció. «Hay que darle tiempo». Tener las ideas claras y no callárselas jugó en su contra en el aterrizaje. Durante toda la 23/24 hubo constantes roces con Mbappé, hasta el punto de que lo sentó en varios partidos, un hecho que puso a buena parte de la grada contra él. Limaron asperezas, pero 'Lucho' no podía tejer 'su' PSG con Kylian como titular: «Era un jugador que se movía por donde él quería -reflexionaba hace poco-. Eso implica que hay situaciones de juego que yo no controlaba. Ahora las voy a controlar todas».
De ese control absoluto ha nacido un equipo nuevo y un estilo que conquista a rivales y a 'haters'. De entre estos últimos, el periodista Daniel Riolo ha atizado sin piedad al español casi desde su llegada… y, tras ganar en Anfield, corrigió sobre la marcha: «Uno tiene derecho a cambiar. Luis Enrique ya no hace inventos. Ahora todo está claro». Y de entre los primeros, el capitán del Liverpool, Virgil Van Dijk, fue aún más directo en los elogios: «Tienen calidad para lastimar a cualquier oponente. Luis Enrique les ha convertido en un muy buen equipo».