Mañana y pasado se celebra en la localidad guadalajareña de Zaorejas la XXVII Fiesta Ganchera del Alto Tajo, una celebración que busca homenajear el antiguo oficio de los gancheros, consistente en trasladar la madera extraída de esta zona de Guadalajara hasta Aranjuez, utilizando el río Tajo como vía. Para ello dirigían los troncos de pino sueltos a través del río y sus corrientes gracias al instrumento que da nombre a la profesión: el gancho.
Los inicios de este oficio datan de hace aproximadamente cinco siglos, cuando en la época de Felipe II comenzaron a construir residencias reales y querían contar con la mejor madera. Fue entonces cuando encontraron lo que buscaban en lo que ahora se conoce como Alto Tajo. Herme Herranz, vecino de Poveda de la Sierra y uno de los organizadores del evento y miembro de la Asociación de Municipios Gancheros del Alto Tajo, explica a este medio cómo, «tras utilizar el canal fluvial que ofrecía el Tajo para transportar grandes cantidades de madera con esta nueva técnica para la realeza, otros vieron el filón de la ruta y aprovecharon para montar las fábricas». El oficio del ganchero fue evolucionando con los años hasta su desaparición. «Mi abuelo, por ejemplo, tan solo hacía recorridos de 15 kilómetros, aproximadamente, desde el lugar donde se talaban los árboles hasta la primera zona de descarga que había preparada», apunta, «sin embargo, los primeros gancheros recorrían el Tajo y sus afluentes para llegar hasta Aranjuez».
Los gancheros comenzaban su viaje a finales de febrero-principios de marzo, aprovechando el deshielo y por tanto las crecidas de los ríos. En primera instancia volcaban al Tajo, en el caso de esta zona, las maderadas, para después, gracias a los ganchos (varas dos o tres metros con una parte en punta y otra en curva) poder ir controlando el tránsito de la madera. La primera maderada se celebró en 1561, y la madera bajaba por el río ya trabajada para llegar a construir el Palacio Real de Aranjuez.
Se trataba de un oficio de hombres, que podían llegar hasta los tres mil, bien organizados y divididos en tres partes. Los primeros eran los encargados de construir los adobos que se hacían para evitar las dificultades del río, para que la madera pudiese circular con mayor facilidad. Después venían quienes hacían que la madera circulase de la forma más rápida posible y por último quienes se encargaban de desmontar todas las estructuras creadas para mover los troncos.
Actualmente, además de representar y recordar las antiguas maderadas por el Tajo, la fiesta se complementa con otros actos de carácter eminentemente popular, como son la degustación de platos típicos de la zona, la exhibición de corta de troncos en diversas modalidades y la celebración de distintos juegos tradicionales, todo ello acompañado por el sonido de las dulzainas.
Esta celebración se celebra cada año de forma rotativa en los pueblos inmersos en el Parque Natural del Alto Tajo: Peralejos de las Truchas, Poveda de la Sierra, Peñalén y Zaorejas. Todos ellos pertenecen a la Asociación de Municipios Gancheros del Alto Tajo, encargada de organizar esta singular y ya tradicional celebración que cada año reúne a miles de personas en torno a un bello paraje del Parque Natural del Alto Tajo, estando declarada desde el año 2008 como Fiesta de Interés Turístico Regional y que, más adelante, en 2022, fue incluida en la Lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la humanidad por la Unesco. "Éramos cuatro románticos de este oficio y es un honor el reconocimiento social" pronunciaba Herme Herranz al hablar de las condecoraciones recibidas.
Esta singular y significativa celebración permite recuperar las raíces de estos pueblos del Alto Tajo que sienten un enorme arraigo por su tierra, sus aguas, sus bosques, su historia y sus tradiciones, y que tan bien supo interpretar y descubrir el afamado escritor y humanista José Luis Sampedro, quien con su novela "El río que nos lleva"(1961) sacó a la luz e hizo universal un oficio ancestral y una tierra hasta entonces muy desconocida.
En la celebración que tendrá lugar mañana y pasado en la localidad de Zaorejas, los asistentes podrán revivir parte de la historia de la zona, escuchar la música de las dulzainas, degustar aguardiente y rosquillas, observar cómo se soltaban los troncos y se realizaba el descenso o cómo los sacaban posteriormente del río a tiro de caballería.