En el artículo del viernes pasado  les citaba para conocer a Jane Jacobs. Una mujer, de origen judío, que impuso en el mundo hablar de urbanismo humanista. En el año 2009, su libro 'Muerte y vida de las grandes ciudades', publicado en 1961, en una encuesta en Los Ángeles,  se consideró el libro más influyente de todos los tiempos entre cien pensadores urbanos. La primera traducción al español se hizo en 1967 y más tarde se publicó una nueva  en 1976. Nadie debió conocer el libro en Toledo, porque en la ciudad se reprodujeron todos los errores urbanísticos que ella  combatía. 
Se posicionó contra el modelo norteamericano de dispersión territorial,  de segmentación de los usos del suelo, de la primacía del vehículo privado para los desplazamientos. Hablaba de las bondades de los barrios, en los que la actividad diaria eran hervidores de gentes, comerciantes, paseantes, vecinos que salían a comprar, que hablaban con otros vecinos, que se informaban del último suceso o del penúltimo chascarrillo social. Todos los errores  del urbanismo norteamericano se copiaron en Toledo. Se crearon unidades urbanas dispersas, no una ni dos, sino muchas, alejadas unas de otras, condominios con puertas o barreras, rodeadas de muros como los de un castillo de pequeña burguesía temerosa. Con la excusa de viviendas para familiares de enfermos oncológicos, al lado de un hospital, crecieron bloques aislados, cuadrados como cajas de cerillas. En otro espacio  se crearon dos urbanizaciones, incomunicadas por una carretera nacional, al lado de un vertedero. Sucesivos enfrentamientos después con la asociación de vecinos,  años por delante, y con mucho millones por medio, el vertedero se trasladó de lugar y un puente se levantó por encima de la carretera. 
El territorio de Toledo se ocupó a impulsos de proyectos dispersos que respondían  a  intereses con nombres y apellidos más que a un proyecto de ciudad  funcional. En estas unidades aisladas, sostenía Jane Jacobs, es donde se incuba un individualismo insolidario, el aislamiento emocional, la soledad autista. Surgió así  un urbanismo caótico que dispara el coste de los servicios públicos imprescindibles, que multiplica las instalaciones mínimas, dinamitando las sinergias de los aprovechamientos colectivos. Fueron errores combatidos por Jane Jacobs en los Estados Unidos y Canadá. Y todos fueron reproducidos en Toledo. La pregunta es si el desastre tiene arreglo.