Remedando a uno de los antiguos charlatanes, podría decirse con la mirada hacia el público aquello de «les voy a regalar no una, ni dos, ni 10, ni 10.000… les ¡voy a regalar 16.000!» Porque tan increíble cifra son parte de las fotografías sobre la provincia que ha hecho el indudable mejor conocedor de la misma, el único que la ha recorrido infinidad de veces, literalmente y sin exageración, palmo a palmo. Por supuesto el, entre otras cosas, montañero, naturalista y escritor Ángel Ñacle García. Quién, si no, con semejante historial, con tan gran trabajo -por desgracia no valorado en su imbatible dimensión real- llevado a cabo de manera desinteresada. Y que ahora, antes de presentarlo en su tierra, si es que lo hace, con un pendrive editado por el Servicio de Educación y Cultura de la Diputación donde se recogen todos estos retratos, va a viajar hasta Madrid para su puesta de largo.
Él mismo explica a La Tribuna que en sus 40 años de rutas fue haciendo fotografías de todos los pueblos de la provincia, «malas, regulares y algunas buenas porque son fotos hechas con la mochila a cuestas», apunta, y siempre andando, lo que implica cámaras compactas y escasos segundos para hacerlas. Así alcanzó la impresionante cifra de 192.000, que clasificó durante la pandemia -«quizás lo único bueno de la misma», vuelve a indicar- por municipios e hizo un archivo llamado Albacete Temático.
«Me salieron 60 carpetas agrupadas por su temática, por ejemplo, relieve, ríos, humedales, mundo rural, casa-cueva, caminos de herradura, lavaderos, manantiales, hornos, cucos y chozos, bodegas, almazaras, pinturas rupestres, monumentos y arte, castillos y atalayas, heráldica, ermitas, fiestas, tradiciones, oficios, etcétera». En definitiva, una variadísima y completa panorámica de todos los aspectos que se puedan pensar, siempre limitada a la provincia.
De todas ellas seleccionó 25.000 fotos que ofreció gratuitamente a la Diputación, que se quedaron en las 16.000, sólo un ocho por ciento del total, recogidas en el pendrive. Y que, bajo el nombre de Legado Fotográfico, ha publicado la institución dentro de un coqueto estuche de madera que a Ángel le parece «muy bonito». Este pendrive será el que el autor de las fotos llevará a la Casa de Castilla-La Mancha en Madrid, que, como en anteriores ocasiones con muchos de sus libros, reunirá a muchos paisanos y a otros colegas del autor que no lo son para este evento que será a lo largo del próximo trimestre, posiblemente en noviembre. De momento sólo se han hecho 100 pendrives con su estuche que no se pondrán a la venta. Y su autor piensa que de cara al futuro se podría sustituir el estuche por un cuadernillo con explicaciones que complementen las imágenes. Entiende que sería más económico y más interesante de cara a las explicaciones. «Su precio no tendría por qué sobrepasar los 10 euros», estima, «por lo que los ciudadanos tendrían algo barato y muy interesante». Y aprovecha para ofrecerlo a cualquier librería o empresa que quiera hacerlo, «y si es particular, incluso con su propia publicidad», remata.
En la lucha de este profesor de Geografía e Historia ya jubilado -«labor que viví con auténtica pasión», presume-, por supuesto desinteresada e incluso patriótica en el mejor sentido -aunque es una palabra que no le gusta- por dar a conocer este ingente trabajo, le gustaría que la propia Diputación Provincial -«u otra entidad como la Fundación Globalcaja por su implantación en el medio rural», precisa- pudiese publicar esta colección. Que se podía ampliar por pueblos, de manera que hubiera 87 carpetas -una por localidad- en donde los ciudadanos puedan ir directamente a su pueblo y ver qué cosas hay. «De todo ello también hice una selección de 75.000 fotos que están en espera de ver la luz, siempre donadas gratuitamente por mi parte».
Al preguntarle si sabe de una bendita locura similar en alguna otra provincia española, este ejemplar personaje indica que no es consciente de ello pero supone que no. Que es casi imposible que un ciudadano haya recorrido como él más de 25.000 kilómetros andando en su provincia. En su caso, de Caudete a Villarrobledo y de Villalgordo del Júcar a Nerpio, aunque muestra un punto de queja por aquello de cumplir el triste aserto de que nadie es profeta en su tierra, lo que afirma que lo tiene asumido desde hace mucho tiempo. «También he de decir que esto no es queja. Yo he disfrutado y disfruto a mis 72 años recorriendo nuestra tierra».
Lo único que le preocupa e incluso puede lastimarle de verdad es que se pudiera perder este gran legado, que inició hace cuatro décadas largas cuando se apuntó al Centro Excursionista de Albacete y comenzó las rutas más duras, para seguir pronto por su cuenta incluso dando muchos cursos de senderismo. De esta cuestión ha publicado 12 de los 38 libros de que es autor en total, con la alegría de que prácticamente las ediciones de todos están agotadas.
Los más recientes, que también presentó en el mismo escenario madrileño, fueron dos. Por una parte, una mastodóntica Tetralogía de Albacete, -cuatro libros en un estuche de cartón- que suma más de mil páginas con otro repaso integral a todos y cada uno de los pueblos y aldeas de la provincia, del que muy posiblemente se haga una segunda edición. Y, de otra, un libro en dos volúmenes, Paseos por Hellín, localidad en la que ahora reside y da cursos, gratuitos, claro, en la Universidad Popular. A todas estas obras, es menester añadir otras de diversa temática histórica, etnológica e incluso poética.
No podía cerrarse esta información sin mencionar, de nuevo y ampliado, su amor compulsivo por Albacete, una tierra, que, cual argumenta, hasta hace poco ha sido presa del samuguismo -«eso sí en vías ya de superación, que no es poco», sostiene-, de pecar de humildes, de estar lejos de otras a la hora de valorar y vender tantas buenas cosas que posee. Y pone de ejemplo a Azorín, «quien ya lo adelantó con aquella acertada frase de que nos creemos nada siéndolo todo».
Y, por supuesto, le duele más que incluso haya a quien le dé vergüenza decir que es de Albacete, quizás por los envenenados chistes o, porque hasta hace poco sólo nos nombran en las películas en tono satírico o para ridiculizarnos, con la paradoja de que a veces hasta nos hace gracia a nosotros. Y concluye: «Yo siempre lo he tenido claro: he nacido aquí y pongo mi granito de arena para enseñar al mundo lo que tenemos... que es mucho y bueno».