España tiene una de las poblaciones más longevas del mundo y los científicos achacan este hecho, en gran parte, a la dieta mediterránea. Tenemos la suerte de que el clima y el suelo nos ha permitido acceder, a lo largo de la historia, a alimentos sanos. Como recoge la nueva Estrategia Nacional de Alimentación, la dieta mediterránea (con predominio de frutas, hortalizas, legumbres, cereales y aceite de oliva, que aportan equilibrio y variedad) es un patrón alimentario beneficioso para la salud y un modelo de sostenibilidad reconocido por la Unesco como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.
Pero el consumo de los principales productos de la dieta mediterránea ha caído en general a doble dígito desde inicios de siglo en España, un cambio de hábitos que aumenta el riesgo de obesidad y de sus enfermedades asociadas y cuyos efectos ya se están notando. La presidenta de la Fundación Española de la Nutrición (FEN), Rosaura Leis, ha destacado que España «tiene la fortuna de estar bañado por el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo, con dos patrones alimentarios tradicionales que han demostrado ser saludables para el individuo y sostenibles para el medio ambiente».
Estos estilos de vida han hecho, entre otros factores, que la población sea más longeva y tenga mayor calidad de vida, si bien en los últimos años se está perdiendo adherencia a dichos patrones, especialmente en niños y adolescentes, ha apuntado Leis, que también es catedrática de Pediatría de la Universidad de Santiago de Compostela.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación incluidos en la Estrategia, el consumo per cápita en el hogar ha descendido en los principales productos de la dieta mediterránea entre 2000 y 2023, a excepción de las carnes blancas, donde ha subido un 12,8%. Las mayores bajadas corresponden al pan fresco (-29,6%), el vino (-27,6%), el pescado y el marisco (-26,6%), los cereales (-20,2%) y el aceite de oliva (-20%). Les siguen las caídas del 19,1% en legumbres, 17% en carnes rojas, 14,3% en frutas frescas, 11,5% en hortalizas frescas y 8,6% en arroz.
El aceite de oliva -no obstante- sigue siendo el principal aceite en los hogares, que muestran fidelidad incluso en momentos de subidas de precios, mientras que el consumo de vino está virando hacia los premium en ocasiones especiales. Entre los cereales, las preocupaciones por la salud y la tendencia hacia dietas bajas en carbohidratos han reducido el consumo de harinas blancas, en contraste con la mayor popularidad de los cereales integrales, algo que se observa igualmente en el pan. Según el documento de la Estrategia, el auge de carbohidratos alternativos también ha influido en el menor consumo de arroz, aunque ha crecido el interés por los productos integrales y ecológicos.
Pese a los descensos, las legumbres han mantenido su presencia en la alimentación en los últimos años; ha crecido la preferencia por las frutas exóticas y ecológicas y por las hortalizas congeladas y de conveniencia; y en los pescados han perdido terreno los frescos frente a congelados y platos preparados. En cuanto a las carnes, las preocupaciones ambientales y de salud han influido tanto en el menor consumo de las rojas (vacuno, cerdo, cordero) como en el incremento de las blancas (pollo, pavo, conejo).
Tendencias.
En general, la presidenta de la FEN ha relacionado ese menor consumo de alimentos característicos de las dietas atlántica y mediterránea con la pérdida de adherencia a esos patrones alimentarios. A su juicio, intervienen factores como la conveniencia, el menor tiempo dedicado a la cocina, el coste de los productos y las nuevas modas alimentarias transmitidas por las redes. Además, los alimentos frescos, de temporada y mínimamente procesados han sido sustituidos por otros procesados, ricos en grasa saturada y trans y con azúcares añadidos, que suponen un «importante riesgo nutricional y metabólico para la población», según Leis.
Frente a las malas dietas, relacionadas con la obesidad y sus patologías asociadas -principales causas de morbilidad y mortalidad en el mundo-, la experta ha llamado a promover patrones saludables sostenibles entre los más jóvenes y desde las familias, la escuela, la comunidad, la industria y las autoridades. Además, ha instado a hacer asequibles los alimentos tradicionales a la población, incluidos los más vulnerables; a dar una adecuada información y formación nutricional; y a promocionar una tradición gastronómica y cultural que debe mantenerse.
Aceite suficiente y más barato.
Deoleo, líder mundial en el mercado de aceite de oliva, prevé que este año haya una producción suficiente para que el consumidor no tenga que pagar tanto como en los últimos dos años por este producto, estrella de la dieta mediterránea. Así lo ha expresado el director general de la compañía en España, Víctor Roig, que se ha referido al «momento positivo» que vive el sector tras las abundantes precipitaciones caídas desde el inicio de la actual campaña en octubre pasado, que han «favorecido una notable recuperación en la producción» con una mayor cantidad y calidad. Roig ha señalado que este año tendrán «producción suficiente para no obligar al consumidor a pagar el precio de los últimos años», cuando ha llegado a alcanzar los nueve euros por litro. De hecho, el directivo ha señalado que la bajada de precio continuará: «Lo lógico serían precios de 3 o 4 euros», ha dicho.