Más difícil todavía. Porque si es difícil conseguir el éxito en la indudable, y exigente, capital cultural española, pongamos que hablo, y escribo, de Madrid, es difícil en mayor medida cuando se tiene la valentía de hacer dos exposiciones a la vez. Semejante milagro laico cercano a la utopía lo ha conseguido el multidisciplinar artista Santi Flores. Porque, de un lado, sus tan particulares como gigantes esculturas de acero se muestran en seis céntricas calles y plazas de la ciudad, con multitud de comentarios admirativos de los sorprendidos ciudadanos que se encuentran con este originalísimo regalo visual. Y, de otro, en la cercana Galería Nueva el albacetense exhibe su obra de menor tamaño, Solitud, igualmente con el parabién de los muchos visitantes que por allí han pasado ya desde su inauguración el pasado día 16 de febrero.
Esta muestra al aire libre en el popular e histórico Barrio de las Letras es prácticamente la misma con la que el paisano ya triunfó en 2022 en el legendario barrio neoyorquino de Manhattan, y que el año pasado se pudo ver en Albacete. Lo cual, con sentido del humor de la tierra, le lleva a afirmar que tras destacar en las dos ciudades más importantes del mundo, en este orden, la Nueva York de La Mancha y la estadounidense, ya sólo le faltaba hacerlo en una a la que ama tanto: la capital de España.
El artista cree que también en Madrid, como en las dos anteriores muestras, se ha comprendido la idea con las que nacieron estas obras gigantes, de más de cuatro metros de altura, simulando una enorme mano alzada y saludando al espectador «como de reafirmación del individuo a la vez que el deseo de pertenecer al colectivo». Aunque pueden parecer similares unas a otras, sus diferentes colores así como los característicos grafismos hacen que cada una sea tan única y diversa como cada uno de los seres humanos.
El polifacético artista, que además de tener en su currículum obras en otras disciplinas de las artes plásticas y que también fue músico en su juventud junto a otros destacados profesionales paisanos, no dejó pasar la oportunidad que surgió hace unos meses de lograr el deseo que llevaba tiempo pensando para este proyecto de exposición en las calles de «esta fantástica ciudad que es Madrid». Por ello, tras contactar con la Asociación de Comerciantes de Las Letras, fue posible llevarla a cabo. Aunque faltaba convencer al Ayuntamiento, «que tampoco hizo falta mucho», precisa, «porque nos ha dado todas las facilidades».
Su satisfacción hasta ahora en las tres semanas que llevan expuestas -en principio está previsto quitarlas a mediados de abril- estas gigantescas manos en lugares peatonales para que puedan verse sin los agobios y prisas de Madrid, es muy grande. Así lo expresa a La Tribuna: «Poco más puedo pedir, las obras tienen muy buena aceptación, yo percibo ese feedback, sobre todo por redes donde recibo muchas imágenes de la gente junto a ellas y felicitándome».
Santi añade que es la parte fantástica de exponer en la calle: «La cantidad tremenda de personas que ven tu obra». También muestra su contento por la amplia cantidad de púbico que se está pasando por la Galería Estudio, porque valora que Solitud -derivada de las palabras soledad y multitud- «en una ciudad de acero, en este caso·, explica- es otro lenguaje «aunque igualmente como diálogo con la obra urbana».
Con menos obras que la que realizó el año pasado en el Museo Municipal, por el menor espacio, pero idéntica sorpresa por la iluminación y el sonido en el que varios artistas albaceteños se refieren a esta Solitud en un vídeo que acompañó a la muestra en Albacete.
Al margen del cariño que siente personalmente por Madrid, ciudad, que le carga las pilas y a la que califica como «fantástica, acogedora y muchas otras cosas buenas», también argumenta que para los artistas es muy importante por la visibilidad que da, algo que estima imprescindible. «Hacerse un poco visible es realmente complicado, y una exposición de este tipo es el primer paso para que el público conozca y se interese por tu obra, y Madrid es perfecto para esto».
Y también un lugar en el que es muy probable que vuelva a exponer en la calle, aunque por otra zona, pero por ahora no se atreve a adelantar más detalles, a pesar de que ya existe un acuerdo muy avanzado con los responsables del sitio donde se desarrollará. Lo que sí avanza es que un problema a solucionar es que al tratarse de sería una obra nueva de gran formato muy costosa de realizar, materiales etcétera «quizás se necesite algún patrocinador».
De conseguirlo, sería para finales de 2024 o principios de 2025, mientras no le faltan ideas y proyectos en su libreta, que sigue llena de ambos. Mas, por ahora y hasta que concluya el doblete actual de sus dos muestras, está más involucrado en las mismas y residiendo en Madrid. Donde recuerda que exactamente una década atrás ya expuso en la galería Antonio Suñer, una de las más prestigiosas de la ciudad. «Además, también desde hace tiempo tengo por ahí obra semipública que está en espacios como hoteles y similares».
embajador de albacete. Líneas arriba se escribe sobre las diversas ocupaciones artísticas a las que se ha dedicado y, claro, parece justo, necesario y hasta tópico inquirirle por cuál de ellas le llena más, le estremece en mayor medida las fibras sensibles. «Sí, quizás sea un tópico pero ya me lo había planteado, porque cada una ha tenido su momento». Agrega que en la música se lo he pasado muy bien, y todavía conserva en su taller de Albacete un piano en el que casi nunca practica.
«En cuanto a las artes plásticas, en que los procesos creativos son muy diferentes y no hay tanto rock and roll, también estoy contento. Realmente soy muy afortunado por haber disfrutado de estas disciplinas». Y respecto a su variada vocación, cree que siempre se ha sentido muy cercano el arte, ha tenido esa sensibilidad, lo que ha intentado aprovechar. «En definitiva, que con mucho trabajo creo haber conseguido ser un artista digno en todo lo que he hecho».
También se considera afortunado por haber nacido en Albacete, catadura de la que no sólo presume, sino que ejerce en grado máximo. Pero con humildad dice en principio no sentirse por ello embajador. Aunque después rectifica en parte: «Pero, claro, si es hablar bien de tu tierra y de su gente allá donde voy entonces si soy embajador». Lo es.