Un equipo que vive para atacar

Diego Izco (SPC)
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El Barcelona más feroz y divertido de los últimos años sobrevive a las lesiones a base de arrollar al rival en su propio campo. En el baile de las rotaciones, Vinícius demostró que hay algunos que son insustituibles

Raphinha (d) y Lamine Yamal celebran el quinto gol ante el Villarreal. - Foto: EFE

Lo normal era hundirse. Ter Stegen, el tipo que unos segundos antes había evitado el 2-2 con un paradón, se destrozaba la rodilla derecha. Pero este Barça ya no trota ni galopa alrededor del balón: se mueve con fiereza inusitada hacia la portería rival. Es voraz y vertical. Y ha encontrado en el 'método Flick' una fórmula de supervivencia para una época de 'vacas flacas' en lo financiero y mala suerte extrema en lo físico (rotos Ter Stegen, Bernal, Olmo, Fermín, Christensen, Araújo y De Jong) hasta el punto que parte de la afición ya no pide tanto fichajes como un exorcismo sobre las ruinas del viejo Camp Nou. Ese método consiste en atacar sin descanso ni cuartel. Atacar como medio de vida, como alfa y omega del nuevo estilo. Hace falta un trabajo de presión en bloque y máxima concentración porque la línea defensiva azulgrana vive pegada a la del mediocampo y a la espalda de cada zaguero hay un latifundio. A ese seis de seis, a esos 22 goles, añade otro dato estadístico curioso y definitorio: lleva ocho disparos a los postes… cuando ningún otro equipo de LaLiga supera los cuatro. Y, además, sigue dominando la posesión (64,1 por ciento de promedio frente al 61,8 del Madrid, segundo en el 'ranking' global) para que los 'puretas' no se quejen. De momento, y a pesar de las desgracias, solo hay motivos para sonreír en 'can Barça'. 

El agitador

A Ancelotti no le gusta rotar, pero debe hacerlo: este curso el Real Madrid podría llegar a los 70 partidos y si quiere tener piernas en abril-mayo no le valdría ni siquiera con el trabajo 'milagroso' de Pintus. Por eso sentó a Vinícius. Pero, por mucho fondo de armario que tenga, por extensa y lujosa que sea la plantilla, el brasileño es el 'diferente'… algo que este Madrid previsible necesita. Es relativamente fácil defender a un equipo objetivamente lento en sus construcción, y el hecho de que los blancos se hayan quedado a cero en siete de las ocho primeras partes del curso habla bien de ello. En medio de tanta planicie, de tan poca creatividad, al menos tiene al mejor 'agitador' del planeta.