Existen «tres textos» sobre el origen de la Policía en 1824

N.G.
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La vicedecana de Investigación y Doctorado de la Complutense de Madrid, María Dolores Herrero, realizó una charla en la capital

La historiadora María Dolores Herrero, durante la ponencia. - Foto: José Miguel Esparcia

La biblioteca de la antigua Comisaría de la Policía Nacional acogió ayer la conferencia titulada 1824. Origen histórico de la Policía en España, que vino de la mano de la vicedecana de Investigación y Doctorado y profesora de la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad Complutense de Madrid, María Dolores Herrero Fernández-Quesada, que trasladó a los asistentes que existen «tres textos» fundacionales de la Policía, «un Real Decreto del 8 de enero, una Real Cédula del 13 de enero y el primer Reglamento de Polícia de 20 de febero de 1824». «Esto es lo que marca el punto de partida», declaró Herrero, señalando que en 200 años el cambio ha sido «tremendo». La organización, las estructuras y el propio nombre de los cuerpos policiales ha ido variando. De la superintendencia de la Policía que se crea en 1824, se va avanzado en la Historia de España y va cambiando el nombre, lo que no desaparece desde esa fecha es lo de «policía en funciones policiales».

Herrero desgranó, durante la ponencia, cada uno de los textos mencionados, para ver dónde está la diferencia con años anteriores. En este sentido, explicó que en 1824, por primera vez, se crean estructuras policiales y agentes dedicados a la función policial. Además, es la primera vez también en la que se hace un mapa de España y se da cobertura territorial para todo el Rey. Antes, hubo superintendencia de Policía de Madrid y la Corte, pero «ahora es en todo el reino».

Herrero también trasladó que en estos documentos aparece la provincia de La Mancha y señalan que, por ejemplo, en Alcázar de San Juan la policía está funcionando desde el minuto uno. En aquella época, cabe recordar que Albacete estaba con Murcia. 

Insistió en que no cabe duda de que la Policía tiene 200 años, así lo manifiestan los documentos. «Las herramientas de los historiadores son los documentos y no engañan, acreditan la antigüedad», subrayó.