Editorial

Albacete vivió un otoño más cálido y más seco de lo habitual

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La propia Aemet augura que el invierno será más seco de lo normal

La Península Ibérica se encuentra en una ubicación que corre el peligro de ser de las primeras regiones en el mundo en sufrir los estragos del denominado cambio climático. Dentro de la península, su parte más al sur, en la que se encuentra la provincia de Albacete, vive ya los efectos del calentamiento global que sufre el planeta Tierra. Y los últimos datos hechos públicos así lo atestiguan.

Según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), la provincia albacetense vivió el otoño más cálido de la última década. De esta forma, se registraron 33 grados centígrados de temperatura máxima en otoño, la más alta de la última década, mientras que la baja fue de 0,1 grados, solamente superada en 2017, con -4,6 grados, y 2020, con -1,6.

Este aumento de temperaturas otoñales estuvo acompañado por la ausencia de lluvias, ya que la provincia sólo registró 33,1 litros por metro cuadrado, un 15% menos de agua que en 2022, cuando se recogieron 64,2 litros por metro cuadrado. También hay que tener en cuenta que los episodios de lluvias en la provincia se produjeron, en su mayor parte, en días puntuales, aunque el territorio albacetense se libró de los efectos desastrosos de la DANA que sí estuvo muy presente en otras provincias castellano-manchegas como Toledo, y de forma muy puntual en la provincia, ya que la capital registró más de 189 litros por metro cuadrado, algo inusual en otoño.

Con estos datos de la Aemet, la provincia de Albacete se encuentra en una situación crítica. Si bien es cierto que las reservas de agua embalsada todavía no son preocupantes, sí se han encendido todas las alarmas ante la escasez de lluvias, sobre todo. El sector primario es el primero que está notando los efectos de la sequía, ya que las cosechas de otoño -uva y almendra, principalmente- fueron más escasas y de menor calidad que en años anteriores y la sementera del cereal se tuvo que realizar prácticamente en seco, lo que pone en riesgo la futura cosecha del año 2024. A todo lo apuntado, hay que tener en cuenta que las precipitaciones otoñales o primaverales están cada vez más concentradas en días puntuales, lo que hace que el agua caída no pueda aprovecharse como es debido.

Además, las previsiones no son muy halagüeñas, ya que la propia Aemet augura que el invierno será más seco de lo normal.

El panorama no es más benigno para la provincia de Albacete, por lo que habrá que empezar a implementar políticas de ahorro de agua para preservar las reservas actuales. Podemos decir que Albacete ha empezado a jugar el partido del cambio climático, en el que tendrá que esforzarse para adaptarse lo antes posible a una realidad de lo más cambiante.