Javier Santamarina

LA LÍNEA GRIS

Javier Santamarina


Misterio en Venecia

17/01/2025

No tiene que ser de conocimiento general que Agatha Christie nunca escribió el libro y que, por tanto, el famoso detective belga Hércules Poirot no resolvió dicho misterio. Las reflexiones personales de la película son del cineasta Kenneth Branagh. Recuerda a las libertades de guion de María, reina de Escocia. Siempre es conveniente que el espectador sea cauto en cuanto a la veracidad de lo que ve.

La historia de los últimos tres siglos ha sido una lucha por las ideas. Esta guerra intelectual la ganó el Romanticismo al priorizar el sentimiento ante las exigencias morales, no sobre la Razón. La voluntad ha pasado a ser nuestro eje vital.

En el presente hay tanto ruido alrededor que es imposible concentrarse y siento una sincera compasión hacia la juventud; es cruel el lío que les estamos provocando. Hemos matado a Dios sin encontrar un sustituto sugerente que nos aporte salud mental, lo cual deja más preguntas sin responder de las previstas. El liberalismo económico que promovió un intercambio internacional de bienes y servicios en estas décadas llega a su fin gracias a un nacionalismo económico. En este aspecto, habrá gente que culpará a Trump y otros argumentarán que hay que potenciar el intercambio comercial para no caer en la trampa de Tucídides y garantizar la paz con China. El feminismo se enfrentará con vehemencia a la ideología de género y los animalistas seguirán sin ver un documental de naturaleza del siglo pasado. Los agricultores y ganaderos de Occidente se morirán sin reposición.

El desprecio al juego intelectual es una demostración de soberbia porque si no se es capaz de defender una idea es solo cuestión de tiempo que muera. La pretendida certidumbre de la seguridad frente a la libertad anula la dignidad personal y ofende al individuo. Pero una sociedad no puede prosperar desde la anarquía e incluso, una ley injusta es preferible al caos absoluto; aunque es conveniente reducir las leyes malas.

Una ley no puede evitar todos los efectos indeseados que provoca en los infractores, porque somos responsables de nuestros errores. La experiencia demuestra que para mitigar un problema creamos otro mayor. El rechazo al desahucio explica la defensa de los okupas, pero dañando gravemente el concepto de propiedad privada.

El nacionalismo económico se alimenta del intervencionismo gubernativo que intenta eliminar lo indeseable. Al imitar la libertad empresarial es cuestión de tiempo que cuestionemos el flujo comercial. Seremos más pobres y ni siquiera sabremos el porqué.