El discurso de Navidad del rey Felipe VI era de los más esperados de los últimos años, no por ser el décimo desde que accedió al trono, sino principalmente por el contenido tras un año muy intenso en lo político, con el punto álgido en las Elecciones Generales de julio y la posterior configuración, meses después, del Gobierno, con el PSOE al frente gracias a los apoyos de nacionalistas e independentistas, con sus pertinentes peticiones en beneficio propio. Con este contexto, se esperaba que Felipe VI centrase su mensaje navideño a millones de españoles en la Constitución y en la unidad del país, como así fue, resaltando el monarca que al margen de la Carta Magna «no hay democracia ni convivencia posibles; no hay libertades sino imposición; no hay ley, sino arbitrariedad» y con una reivindicación clara al papel constitucional que las instituciones tienen encomendado y la necesidad de que no solo lo cumplan, sino también de que respeten al resto en su cometido.
Felipe VI, que volvió a elegir el Salón de Audiencias del Palacio de la Zarzuela para pronunciar su tradicional mensaje de Navidad junto a las banderas de España y la Unión Europea y una fotografía del momento en el que los Reyes y la Infanta Sofía aplauden a la Princesa de Asturias en el acto de juramento de la Constitución Española ante las Cortes Generales, también habló de otros temas que preocupan a los españoles, entre los que citó la inaceptable violencia contra la mujer o el acceso a la vivienda para los jóvenes, pero la mayoría de las 1.467 palabras que utilizó en los 12 minutos y 59 segundos que duró su intervención estuvieron centradas en una Constitución que llegó en 1978 para cerrar enfrentamientos y unir a un país. Ahora, 45 años después, es cuando más cuestionada está por una parte de la sociedad una Carta Magna que defendió con contundencia Felipe VI, indicando que fuera de ella no hay una España en paz y libertad, con una clara defensa, ya que es la que permite a los españoles «expresarse libremente, recibir una educación, tener un empleo, o protegerse de la enfermedad», siendo también garantía para que la vida de los españoles pueda seguir discurriendo «con confianza, con estabilidad, con certidumbre».
También resaltó el monarca que para que la Constitución desarrolle plenamente su cometido no solo se requiere que la respetemos, sino también que conservemos su identidad, lo que la define, lo que significa, así como «su razón de ser como pacto colectivo de todos», y también que preservemos su integridad como lugar de reconocimiento mutuo, de aceptación y encuentro entre todos los españoles.
El mensaje de respeto y unidad fue claro y contundente por parte de Felipe VI, tanto como las reacciones políticas vividas después, donde se evidencia, una vez más, que nacionalistas e independentistas no están muy por la labor de pensar y actuar por el todo, sino de continuar centrados en su parte.