Emblema de la ciudad

Almudena Blaya
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El proyecto para realizar el Pasaje de Lodares, símbolo del cambio de la fisonomía urbana, se remonta a julio de 1925

Vista del Pasaje de Lodares desde la calle Mayor. - Foto: A.M.

En julio de 2025 se cumplirán 100 años de la solicitud que Gabriel Lodares presentó ante el Ayuntamiento para la construcción de un edificio, tipo de casa de alquiler, con un pasaje destinado a establecimientos de comercio, aunque no parece comenzar a ocuparse hasta 1927-1928 pese a no haber finalizado las obras. Por ello, desde el Archivo Municipal recordamos ese acontecimiento en nuestro calendario anual, ya que es uno de los lugares más reconocibles de la ciudad, además de recordar la historia de esta construcción que no estuvo exenta de complicaciones.

La construcción del Pasaje fue promovida por Gabriel Lodares Lossa, quien fuera Alcalde de Albacete entre 1903 y 1905 además de representantes en Cortes (1914) y miembro del Senado (1918), y que le dio su nombre. Además de preocuparse por la política, Lodares mostró un gran interés en engrandecer y embellecer la ciudad, contribuyendo económicamente a la construcción de otros símbolos de la ciudad como el Gran Hotel, y ser el artífice de que el monarca Alfonso XIII realizara la inauguración del abastecimiento de agua de la ciudad. Por esta labor se le nombró en 1917 hijo predilecto de la ciudad y se le pondría su nombre a la plaza del Altozano, nombre que mantuvo hasta 1939. 

Y fue Buenaventura Ferrando Castells a quien Lodares encargó el diseño del pasaje, un arquitecto de Sueca (Valencia) que se había instalado en la ciudad en 1912 y que realizó numerosos edificios en la ciudad (en el Archivo Municipal tenemos catalogados como suyos más de 200 proyectos), como las Escuelas Pías.

el proyecto. El proyecto, con fecha de junio de 1925, será de un «edificio con pasaje compuesto de sótano, bajo, entresuelo, principal, segunda y tercera, siendo esta última habitable solo en parte», distribuyéndose cinco viviendas en cada planta salvo en el sótano y el bajo. El edificio tendrá dos fachadas: una a la calle Mayor nº 32 y otra a la calle Tinte. No tenemos constancia del coste que supuso la obra, pero es de esperar que fuera una suma elevada dada sus dimensiones y el coste de los arbitrios municipales, que fueron estimados en más de 1.800 pesetas.

Aunque con el proyecto solo se presentaron los planos de las fachadas exteriores, sección y de la planta, donde si aparecen marcadas las columnas laterales del pasaje, no hace ninguna referencia a su ornamentación ni a las fachadas interiores ni a la cubierta de cristal. Pese a la falta de información son de destacar las cariátides que custodian las entradas al pasaje y que son figuras alegóricas de la Industria (porta una rueda dentada), la Riqueza de la Tierra (porta una cornucopia), las Artes Poéticas (toca una lira) y las Artes Liberales (sostiene una pequeña escultura y un martillo), todas ellas relacionadas con los intereses del propio Gabriel Lodares. También destacan las rejas que permiten cerrar el Pasaje y que llevan el anagrama de su promotor en la parte central (GL).

Y aunque parezca que la construcción de nuestro bello pasaje se llevó a cabo sin ningún problema, teniendo en cuenta todos los informes favorables del arquitecto municipal Julio Carrilero Prat, encargado de supervisar la obra, y que reflejan su preocupación por que se mantuvieran todas las medidas necesarias para la seguridad de los trabajadores, el camino de Gabriel Lodares para realizar este proyecto fue largo y comenzó varios años antes.

dos fachadas. Si se aprecian las dos fachadas del Pasaje se puede ver que no son simétricas, ya que en la calle Mayor presenta una fachada más estrecha y hay varias leyendas sobre su explicación. Una de ellas es que la casa contigua pertenecía a un primo de Gabriel Lodares, quien había accedido a vender su casa para derribarla y construir el pasaje ante la petición realizada en persona, pero que cuando tenía que abandonar la casa no se presentó Gabriel Lodares en persona, lo que provocó que no abandonara su casa y el pasaje tuviera que adaptar su diseño. Otra teoría indica que el dueño de la casa era un amigo y que durante una cacería se sentó ofendido por Gabriel Lodares, lo que supuso una negativa a todas las ofertas de compra que le presentó por la vivienda. Pero la realidad es que Gabriel Lodares no pudo conseguir el terreno colindante al pasaje y por este motivo esa zona de locales comerciales quedó apenas sin espacio para mantener la línea recta de la calle interior.

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