En Letur sus vecinos trabajan todos a una, incluso los efectivos del dispositivo de emergencia, liderado por el delegado de la Junta, Pedro Antonio Ruiz Santos, trabajan sin descanso, pero coordinadamente. Todo está medido, lo que supuso que en 72 horas se construyera una rampa para salvar un socavón de nueve metros de profundidad causado por el agua. Aquí no hay fisuras, ni entre los políticos: cada uno sabe cuál es su sitio, aunque haya amagos de protagonismo excesivo.
Todo lo contrario sucede en Valencia, donde la ciudadanía da un ejemplo de solidaridad y empatía con las víctimas a cada minuto que pasa, pero los políticos, a la suya. Como la Generalitat está gobernada por el PP y el Gobierno central por el PSOE con sus más variopintos socios de ultraizquierda la gresca ya está montada. Poco les importa las más de mil familias que tienen a algún ser querido fallecido o desaparecido, abandonados muchos en mitad de la nada -porque el agua y el lodo redujo a muchos municipios del alfoz de la capital del Turia a la nada-. No es hora de intentar sacar rédito político, es hora de socorrer a los valencianos que están al límite de su existencia, pero eso a ellos les da igual.
En Valencia, tan incapaces han sido los responsables regionales como los nacionales ante una tragedia de tal magnitud. Con las actitudes y aptitudes vistas a nuestros políticos en los últimos días hay que preguntarse quién está al mando. La respuesta es bien sencilla. En estos momentos, el pueblo es el que da la cara. Esta crisis humanitaria y política tendrá que pasar factura a unos y a otros. Pero ahora es el tiempo de socorrer y ellos, los políticos, es mejor que no hagan nada en Valencia, ya les sacan las castañas del fuego los ciudadanos, a pesar de todos los impedimentos institucionales que les pongan. ¡Vaya tropa!