Como el artículo de David Mejía en El Mundo del 14 pasado, si comparamos la política con el futbol veremos unas malditas diferencias. En el futbol da igual que hayas nacido en Barcelona o en Vitigudino, da igual que seas blanco, negro o a rallas. Lo que se aprecia es tu valía personal, tu ambición de pertenecer a un equipo con ganas de ganar, tu compañerismo. Si puede marcar otro le pasas el balón para que marque, no te haces el chupón y tiras con la pelota para adelante como si jugases tú solo para ponerte la medalla individual. En el futbol no hay ni razas ni religión ni diferencias políticas, ni salen a relucir viejas venganzas, ni la fingida memoria histórica, -que podría existir perfectamente porque unos pertenecen al Madrid, otros al Barcelona o al Atleti de Bilbao-, porque el himno, la bandera y el nombre de España están por encima de cualquier diferencia.
Esta semana ha sido lo normal. España gana, y no solo en el futbol con la selección, sino en las regatas de California con el equipo español, en Wimbledon con Alcaraz, o el Valderrama con Sergio García. Donde nos pongamos. Los españoles hemos demostrado que con todas las razas de las que procedemos, tartesos, griegos, fenicios, cartagineses, romanos, visigodos, suevos, vikingos, bereberes, -seguro que se me olvida alguna-, hemos logrado una mezcla de competición. La tenemos metida en la cabeza, por eso ganamos. Pero ganar significa sacrificio, esfuerzo, generosidad, labor de equipo, trabajo de entrenadores …
Sin embargo en la política nos ocurre todo lo contrario. El que es de Gerona se caga en el Madrid, el de Bilbao en Sevilla, y así. Es más, cuando la república muchos pueblos y ciudades se declararon independientes. Los muy petardos políticos de Cartagena se declararon independientes de Murcia, e incluso se tirotearon. ¿Fueron sus habitantes? No. Fueron la mierda de políticos que a veces no tienen ambición patriótica y les puede lo persona; son esos que luego enchufan a sus amiguetes, los que aprovechan su cargo para lucrarse, y los separatistas existen porque lo que quieren es mandar ellos solos y chupar del bote sin que nadie les controle.
La política es como la gangrena. Infecta a los miembros, piernas, brazos, y no hay médico ni entrenador que pueda curarlos.
Pero el cainismo no es solo de los políticos españoles, y no solo de los políticos contra su propio país donde quiera que estén. Los cainitas también usan las banderas para atacar otros países, como por ejemplo el saliente presidente de Méjico, que está cociendo un potaje de odio contra los españoles porque los muchos indígenas que quedan allí, -gracias a la protección de los españoles, y si no que se lo pregunten a los indios de norte América-, los han mantenido en el analfabetismo para poderles meter ese tipo de trolas.
Los héroes al parecer solo están en el deporte. Los griegos con los juegos olímpicos lo inventaron para salvar una especie autóctona de democracia, algo es algo. Si algún político lee esto espero que le escueza esa especie de sapo que tiene de corazón.
¡Viva España!