Sobre el futuro de la agricultura en Albacete y en Castilla-La Mancha, hay tres opiniones bien diferenciadas: los que ven la botella medio llena, los que ven la botella medio vacía y los que ni ven la botella.
Esta diferencia de opiniones sobre el porvenir del campo se vio ayer en la mesa redonda organizada por el Colegio de Economistas, titulada Mantener la rentabilidad de las explotaciones agrarias, un objetivo irrenunciable.
Justo antes de comenzar, el decano del Colegio de Economistas de Albacete, Manuel González Tébar, explicaba que el acto formaba parte de las Jornadas Profesionales de Economía, que patrocina la Fundación Globalcaja.
González explicó que la elección del tema a debatir de este año vino dado por «los últimos acontecimientos de febrero, las movilizaciones, en donde hubo una serie de reivindicaciones por parte de todo el sector primario».
Por eso, en la mesa de ayer, se sentaron el consejero de Agricultura, Julián Martínez Lizán; el secretario regional de UPA, Julián Morcillo; el secretario provincial de COAG; Joaquín Vizcaíno, y el presidente de Asaja, Jorge Navarro.
Medio llena. El consejero fue quien vio la botella medio llena, ya que si bien reconoció que la situación es complicada, también destacó todo lo que hace la Administración para apoyar un sector que representa el 18% del PIB regional.
Julián Martínez reconoció que uno de los mayores problemas es que el diseño de la PACde 2021 se encontró con un problema inesperado: «la guerra de Ucrania, que provocó un incremento de los costes de producción tremendo y que hoy en día hace inviable la aplicación de todas las medidas que se implementaron».
Ante este problema, indicó, la Junta se puso a trabajar en dos frentes, que son la «simplificación» de la PAC y su «adaptación» a las «realidades» de cada zona productiva, tanto si se trata de Castilla-La Mancha como de Albacete.
«Fuimos los primeros que lo hicimos con seguridad jurídica para los agricultores -remarcó- y además lo hemos hechos en dos ocasiones, también por la evolución climatológica en la zona».
Además, no se han descuidado otros frentes, como el del relevo generacional, con 3.803 nuevos agricultores y ganadero y el objetivo de sumar 2.000 más durante la presente legislatura.
Bruselas decide. Julián Morcillo, que representaba a UPA-CLM, compartía en parte esta visión, aunque con sus condicionantes y sus peticiones, sobre todo a la Unión Europea, que es donde ahora mismo se toman las decisiones de futuro para el sector.
«Estamos de acuerdo en que hay que hacer una transición, que tenemos que cumplir los objetivos de las emisiones que se ha marcado Europa en el plazo 2050 y también que debemos hacer una agricultura sostenible, pero eso no se puede hacer sin garantizar la viabilidad de nuestras explotaciones».
En este sentido, y sobre todo después del mensaje lanzado a Bruselas con las movilizaciones, apostó por «una ley de restauración de la agricultura y la ganadería a nivel europeo, por volver a los orígenes de Europa».
«Es necesario garantizar la soberanía alimentaria a nivel europeo, que hoy tiene sus lagunas -remarcó- y para eso es necesario que permanezca y sea viable un modelo de explotación que es el que mantiene nuestro territorio, que son las explotaciones familiares, que están muy ligadas al medio ambiente y al territorio».
Medio vacía. Por parte de COAG, Joaquín Vizcaíno no veía la situación con el mismo tono que el consejero. «El pequeño agricultor o el medio agricultor, el agricultor profesional, tiende a desaparecer».
El motivo, indicó, es que no pueden competir con grandes explotaciones que «se están quedando con esas fincas de regadío, con las mejores tierras», lo que representa un grave problema no sólo económico, también social y ambiental.
«Estas grandes empresas al final no dejan nada en el territorio, nada más que se llevan el agua se llevan el producto y la mano de obra que dejan no es ni siquiera local» y el agricultor pequeño y mediano «se ve desplazado totalmente».
Por parte de Asaja, Jorge Navarro reclamó que se quiten trabas al sector, para que pueda valerse en una situación muy complicada: «tenemos los puertos inundados de productos de dudosa trazabilidad y a unos precios con los que no podemos competir».
A la mala situación de los mercados, se unen los rigores del clima. «En el último trienio, el primer año fue medio malo; el año pasado fue catastrófico, y este año, se puede decir que es incluso peor» y, encima, el tiempo corre a la contra.
«Somos cada vez menos y más envejecidos», recordó, «y cada día hacen falta muchas más hectáreas para un agricultor o muchas más cabezas de ganado para ser rentables y, por desgracia, los jóvenes no vienen porque no ven futuro».
Convulsión. Por la Fundación Globalcaja, Herminio Molina felicitó al Colegio por su «acierto» al dedicar al campo su mesa redonda, «porque las reglas del mercado, la oferta y la demanda, parece que han dejado de regir; estamos ante una convulsión total y no entendemos por dónde va la situación».