El resurgir de un pueblo

Francisco J. Martínez
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La localidad soportó el paso de nueve hectómetros cúbicos en 10 horas en la riada del martes, pero los equipos de emergencia no cejan en la búsqueda de los desaparecidos ya en el embalse de Fuensanta y los vecinos limpian para volver a la normalidad

Continúa la búsqueda de los cinco desaparecidos en Letur - Foto: José Miguel Esparcia

En Letur ya no hay caras de lamento. No sirven de nada. En el ambiente se respira una congoja por la vecina hallada sin vida y por el destino de los cinco desaparecidos cuyos cuerpos aún no han sido recuperados. Pero nadie en Letur está quieto. 

En la parte alta del casco urbano reina el silencio, pero la actividad es frenética en la zona cero del desastre provocado por la riada del pasado martes. En realidad, según cuentan los vecinos, fueron tres: dos al mediodía y una tercera, la que llevó más caudal, ya entrada la noche. «Si la primera lleva el agua de la última, hubiera provocado muchas más muertes», asegura un vecino mientras sigue el derribo de los primeras casas afectadas por la riada. Después de cuatro días de intenso trabajo para construir una rampa de material de cantera para poder lograr salvar el socavón de nueve metros ocasionado por el agua, la maquinaria pesada pudo acceder a la zona afectada y comenzó su trabajo. Lo primero, derribar los 10 inmuebles que fueron declarados en ruina y que corrían el riesgo de derrumbe. 

Ayer por la mañana, una pala echó al suelo las tres primeras casas, que formaban una manzana del casco histórico. Algunos vecinos, con barro hasta las cejas, observaban impotentes el poder destructor de la pala, mientras alguna lágrima resbalaba por sus mejillas. Habían detenido por un momento su trabajo de limpieza de lodo en los bajos de las viviendas afectadas. Porque ayer en Letur todos trabajaban coordinados. Muchos oriundos de la pequeña localidad serrana regresaron coincidiendo con el fin de semana para ayudar en lo que fuera necesario. 

En la carpintería de Luis, más de 20 personas se afanaban en su interior en retirar el lodo acumulado, que arruinó el taller por completo, maquinaria, material y el trabajo de toda una vida. La carpintería es el primer edificio del pueblo de la calle Barranco y fue el primero en recibir las aguas enfurecidas del río Letur. Con un dumper y remolques retiraban todo el lodo y los enseres arruinados. Dos camiones de la Diputación se incorporaron ayer a las labores de limpieza y desescombro. En otros inmuebles colindantes, la escena se repetía y en las calles, más de lo mismo. En cada rincón de la zona afectada, un grupo de voluntarios trabajaba sin cesar con rostros de esperanza y el pensamiento de que la tragedia se va a superar lo antes posible con el apoyo de todos. Allí, la cantante María Rozalén limpiaba con un escobón una acera, mientras asegura que «de esto, el pueblo de Letur se va a levantar. Estoy segura». Ella es una vecina más, la Mari Ángeles, como todos los letureños la conocen desde que de pequeña correteaba por el parque o se bañaba en las piscinas naturales. Hoy, esos lugares han desaparecido, y con ellos los recuerdos de tantos y tantos letureños, incluida María Rozalén.

Intranquilo también estaba el doctor Ramón Peiró, el que fuera jefe de Servicio de Anestesiología y Reanimación del Complejo Hospitalario de Albacete. Oriundo de Letur, su casa se ha salvado, pero desconoce el estado en el que quedó otra segunda, «porque aún no han podido entrar en esa calle», asegura, mientras su hijo describe que rocas de grandes dimensiones están empotradas en la fachada. Ya han comenzado con el derribo de 10 inmuebles, pero es probable que sean más los que tengan que ser derrumbados y otros muchos rehabilitados al haber quedado afectados por la riada.

A unos metros, delante del Colegio de Educación Infantil y Primaria Nuestra Señora de la Asunción, el presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Emiliano García-Page, atendía a los medios de comunicación desplazados hasta allí. El presidente informaba sobre la búsqueda de los cinco desaparecidos y que los expertos son de la opinión de que «la fuerza del agua fue de tal magnitud que arrastró muchísimo, de manera que el trabajo ha llegado ya incluso hasta el Segura» y prácticamente descartan que los cuerpos se encuentren bajo los cascotes de los edificios. 

puesto de mando. En las dependencias del colegio se encuentra el puesto de mando de todo el dispositivo, que está coordinado por el delegado de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en Albacete, Pedro Antonio Ruiz Santos. Efectivos del Mando de Operaciones Especiales (MOE) y de la Unidad de Emergencias (UME) del Ejército de Tierra trabajan con el Servicio Provincial de Extinción de Incendios (Sepei) de la Diputación, la empresa Pública de Gestión Ambiental (Geacam) de la Junta de Comunidades, la Guardia Civil, la Cruz Roja y Protección Civil. Como decía Emiliano García-Page, las labores de rescate de los desaparecidos se centran en estos momentos en el cauce del río Letur y allí actúan coordinadamente los miembros del operativo. Los efectivos del MOE rastrean con los perros de la UME el cauce del río, pero las labores son arduas. 

El arrastre de materiales cambió la orografía del barranco y se abrieron simas que son inspeccionadas una a una, por si los cuerpos de los desaparecidos se encontraran allí dentro. Además, los perros de rastreo marcan toda clase de cadáveres que, hasta ahora resultaron ser de animales. Mientras, aguas abajo la Unidad de Emergencias Subacuáticas ya busca en el reculaje del embalse del Cenajo, donde desagüa el río Segura, del que es tributario el río Letur. La Confederación Hidrográfica del Segura mantiene bajo mínimos este pantano para que la búsqueda sea más fácil. Para conocer la magnitud de la riada, el martes, en 10 horas, entraron en el embalse nueve hectómetros cúbicos de agua y lodo -para hacerse una idea un trasvase del Tajo-Segura tarda varios meses en trasladar esa cantidad de agua-.

Las familias de los desaparecidos esperan, angustiadas, noticias sobre sus seres queridos en las dependencias del colegio, donde hay espacio para que los voluntarios retomen fuerzas, una cocina de campaña y la asistencia psicológica ofrecida por especialistas de la Cruz Roja. En este lugar la esperanza no se pierde. A pocos metros los vecinos de Letur trabajan para reconstruir el pueblo, el mismo que resistió los embates de la riada, aunque a un coste muy alto, y el mismo que resurgirá para volver a ser uno de los municipios más bellos de la Sierra del Segura.