Se esperaba un resultado más abultado a favor del PP. Con todo, los populares han conseguido aumentar su diferencia en votos en relación con las Generales de hace un año, pero en el PP soñaban que el resultado fuera tan abrumadoramente favorable que Sánchez, a pesar de su falta de escrúpulos, se viera obligado a convocar elecciones generales antes de terminar este año. Sánchez ha salvado los muebles y en España la suma de las derechas no es lo suficientemente abultada como para visualizar un cambio de gobierno a muy corto plazo. De manera que Sánchez no consigue ganar unas elecciones, ahora tampoco, pero la insuficiencia de las victorias del PP le permiten seguir con sus componendas, sus cambalaches y aritméticas. Sigue su fiesta inviable, más ahora con lo que se prepara en Cataluña.
Porque lo que parece evidente es que la suma de las derechas puede ser una opción posible en países de referencia en la UE, justamente lo que aquí era criticado como descabellado por parte de una izquierda que pacta sin miramientos con independentistas, aunque, de momento, lo que dice Ursula von der Leyen es que hay que cerrar el paso a estos partidos, pero hace unos días decía que el estilo Meloni podía ser asumible. Vox, la derecha española más radical, crece hasta duplicar su representación pero nada comparable con lo que ha ocurrido en otros países europeos con partidos homologables al voxismo español. En Francia, Marine Le Pen se perfila nuevamente, pero esta vez con más posibilidades, como presidenta de la República, eso sí, después de años limando su discurso hasta dejar muy lejos algunos de los preceptos fundamentales del viejo Frente Nacional de su padre. Le Pen ha comprobado, como Giorgia Meloni, que la derecha radical europea tiene que templar mucho sus posiciones para tener opciones reales de poder
Lo cierto es que las elecciones europeas han pasado por España como una ligera brisa prevaraniega que los españoles, a juzgar por los datos de participación, hemos tratado con bastante indiferencia. No nos han importado los asuntos europeos, pero tampoco nos ha importado demasiado aprovechar la ocasión electoral para dar al sanchismo una buena patada en el trasero, y el caso es que en las instancias europeas es donde se ventila en gran medida los asuntos que inciden directamente en la supervivencia de nuestra agricultura y nuestra ganadería, por ejemplo. Y lo cierto es también que la oportunidad para, desde las urnas, dar un contundente aviso al sanchismo y sus cosas también ha sido inmejorable, porque no se vislumbra en los próximos meses una nueva ocasión electoral
Reseñable es también la pequeña batalla a la izquierda del PSOE que se ha saldado con una victoria pírrica de Sumar sobre Podemos y la consiguiente desvinculación de Yolanda Díaz del mando de un partido que ha sido siempre un juguete para su propia promoción personal. Llama también la atención la escasa repercusión del partido Izquierda Española, comandado por Guillermo del Valle, y con algunos desencantados del PSOE y de IU en sus filas. Se tendrán que plantear en este partido los tonos elegidos, quizá demasiado académicos, para plantear electoralmente una opción tan necesaria en nuestro país como una izquierda que hace de su oposición frontal y radical al independentismo su principal bandera.
Y ha llamado poderosamente la atención la irrupción de la opción populista de Alvise Pérez,, un outsider de la política del tipo de los que ya han triunfado en otros países pero no aún en el nuestro. Con un diagnóstico certero sobre ciertas situaciones y una marca más comercial que política ('Se acabó la fiesta') ha planteado un mensaje centrado en los abusos de la llamada casta política y los perjuicios de la partidocracia. Pero no tiene programa, no hay propuestas claras, aunque cala entre los más jóvenes. Realmente, más allá de la denuncia, no se percibe ninguna visión alternativa de calado sobre una mejor forma de organizar nuestra política o nuestro sistema representativo. Pero este tipo opciones funcionan, y esta vez España no ha sido diferente. Lo jóvenes de hoy no quieren los grandes idealismos de antaño, quieren fotos chulas, ocurrencias brillantes y denuncias altisonantes, sin mundos alternativos que puedan eclipsar la ilusión o el deslumbramiento por la siguiente story en IG. El tal Alvise ha pescado en ese río.