La Asociación Club Juvenil Nerpio y la ONG Universitarios por Oriente Medio llevaron a cabo, en la sede del club en la capital, una nueva actividad, con charla coloquio a cargo de  Carlos Paz, escritor y analista político, que habló sobre Palestina: claves para entender el conflicto. El autor comentó a La Tribuna de Albacete distintos aspectos de su intervención. 

¿Cómo surgió esta conferencia en Albacete?

Fui invitado por la asociación juvenil y acepté encantado porque me propusieron hablar sobre Palestina y yo tengo un gran vínculo con Oriente Medio. He escrito varios libros  y me pareció muy interesante. Esta es la primera vez que visito Albacete. 

Hablar de Palestina hoy parece complicado...

Siempre lo es, pero quizá en  estos tiempos más. No escondo mis filias y mis fobias, estoy con Palestina, donde he estado. No soy imparcial, pero sí soy objetivo y hablar de Palestina es hablar de Israel y ahí es donde comienzan los problemas. Según cómo enfoques la cuestión de Palestina, puede que te digan que defiendes a Hamás y cosas de este tipo. No voy a descubrir nada nuevo, pero sí que la gente se planteé cosas que no aparecen en los medios de comunicación y esa ha sido una de las misiones de la charla.  

¿Qué cuestiones pasan normalmente desapercibidas?

Son muchas, una de ellas que este problema viene de antes, pero desde luego de 1948, cuando se constituye Israel,  y es un problema irresoluble, que va a durar 200 años por lo menos, se diseñó para que fuera así y esto no se aborda de esta manera y hago hincapié en que la constitución del Estado de Israel fue ilegítima, no se pidió permiso, en mi opinión, a los pobladores, entonces veo ahí una ilegitimidad y ese concepto no se observa en los medios Occidentales, en los españoles tampoco. Históricamente, España reconoció a Israel en el año 1986 y estas cosas han venido impuestas por un marco internacional que exigía a España abordarlo de esta manera. 

Precisamente ahora, se acaba de anunciar el reconocimiento a Palestina.

Sí, está de actualidad por el ataque de Hamás y por la reacción que está teniendo Israel en la franja de Gaza y el reconocimiento que quiere otorgar España a la autoridad palestina, conjuntamente con otros países europeos.  Esto molesta mucho a determinadas instancias que no quieren que se reconozca nunca a Palestina. Casi todo el mundo reconoce a Israel, pero no a Palestina y el estatus que tiene en la ONU no es de Estado, sino de miembro observador. Israel no quiere que se reconozca y se hable de tú a tú.  

¿Qué fronteras tendría ese Estado?

Ese es otro asunto muy peliagudo y, desde luego, lo que la autoridad palestina quiere es que se le reconozca, independientemente de las fronteras. La OLP, que ya no es mayoritaria sobre el papel en la zona de Cisjordania, lo que quiere es que sea reconocido. Se habla de las fronteras de 1967, pero eso serían cuestiones que se abordarían más adelante, porque primero está el reconocimiento y luego las fronteras, lo que hoy es la franja de Gaza y Cisjordania, que es lo que quiere la autoridad palestina que es reconozca. 

¿Puede solucionarse el conflicto a corto, medio plazo?

Después de todos los odios desde el 48, con cinco guerras, intifadas, Hamás, no veo solución a corto o medio plazo, ni a largo plazo. Ninguna de las dos partes se quieren reconocer, formalmente lo intentaron hace unos años, pero muchos países del orbe islámico van a permitir que otros sigan reconociendo a Israel. Tenemos conflicto latente para otros 100 años, porque no veo ninguna solución viable. Incluso, desde el punto de vista internacional se ha llegado a ofertar al existencia de tres estados, que lo que hoy es Cisjordania fuera parte de Jordania y la franja de Gaza, de Egipto, pero eso no contentaría a los palestinos, que se quedarían sin país, ni a los países que circundan Israel. No veo una solución. 

¿Guerra y muerte sin que se pueda evitar?

En los próximos 100 años, sí. Es triste y lamentable, pero no hay voluntad por las partes de llegar a algo satisfactorio para ambos y luego, los palestinos se utilizan como arma arrojadiza y como moneda de cambio de potencias. He llegado a la conclusión que, lo que se quiere es incendiar Oriente Medio.