La asociación Aluex abrió, en el salón de actos de la Diputación Provincial, su ciclo de conferencias dedicado a Personajes que han forjado la historia de Albacete con una charla a cargo de Adoración González Mateo, que habló sobre Médicos de Albacete de finales del siglo XIX y principios del XX: Pasando consulta. La escritora comentó a La Tribuna de Albacete distintos aspectos de interés sobre la conferencia.
¿Por qué eligió precisamente hablar sobre los médicos de finales del XIX y principios del XX?
Pensé que el tema de la medicina en Albacete ha dado un cambio tan radical en este ultimo siglo, siglo y medio, porque fue como pasar de la Edad Media a lo que tenemos ahora, ya que aunque nos quejemos de la sanidad pública, es un lujo, comparado con lo que teníamos. También es una forma de recordar y agradecer todo ese trabajo que hacían los médicos de Albacete, porque las condiciones eran muy precarias. Se preocupaban por la salud de los albacetenses, incluso con remedios curiosísimos.
¿Cómo era esa medicina?
Partimos de que Albacete era una ciudad en la que cada vez que llovía se inundaba, antes de la construcción del Canal de María Cristina, y cada vez que había agua estancada era un nido de gérmenes. Albacete tenía epidemias de paludismo, tifus, viruela o gripe. Parece que el Covid es lo único que nos ha pasado en Albacete, pero en esas épocas de epidemias, la mortalidad era muy importante y Albacete quedaba totalmente devastado. Sin la construcción del canal de María Cristina, Albacete no existiría.
¿Cuándo empezó a cambiar la situación?
A finales del siglo XIX aparecen las primeras vacunas efectivas, la anestesia, los antibióticos y los rayos X, que provocó un cambio revolucionario en la medicina. Los médicos trabajaban como podían, tenían su Colegio y se reunían de vez en cuando para poner en común su trabajo, porque hay que imaginarse un mundo en el que no todo el mundo tenía teléfono y los médicos de la sierra, literalmente, venían como podían a Albacete para esas reuniones. Todos cuidaban de la salud en unas condiciones muy precarias.
¿Nos puede hablar de esos profesionales?
Desde apellidos muy conocidos como los Galiacho, Carrilero o Sandalio Cañamares, pasando por José Beltrán Mateos. El recorrido que he hecho es cronológico, con 25 médicos y luego, partí de los más antiguos que, curiosamente, tienen calle en Albacete, como Pablo Medina, que era sacerdote Franciscano; también Collado Piña. Lo que es ahora plaza de la Catedral, fue de Cristóbal Sánchez. Luego Elías Navarro, Octaviano Griñán, que murió de tifus, con 33 años, precisamente por tratar a enfermos. Hablé de la familia Marín, los doctores Romero, que tenían un sanatorio, o de los Belmonte, con varias generaciones de oftalmólogos. Es muy conocido Arturo Cortés y descubrí igualmente a Plácido González Duarte, que tiene calle en el barrio de Medicina y es un referente mundial.
¿Nos puede comentar alguna anécdota?
En 1910, en el acta de un Pleno del Ayuntamiento, se aprobó recompensar con 50 pesetas a una familia que habían tenido las fiebres tifoideas y quemaron toda la ropa para desinfectar. No tenían para comprar nueva y el Ayuntamiento les concedió 50 pesetas. Cuesta pensar en todo esto cuando ahora nos sobra la ropa en los armarios. Creo que debemos reflexionar y valorar la sanidad que tenemos ahora y las condiciones de vida. Por ejemplo, hablamos del agua potable y recordamos que la primera casa que tuvo agua potable fue en 1909 y la red del alcantarillado, que hizo el arquitecto Martínez Villena, fue ejemplar. No cobró ni una peseta y además, ese proyecto se llevó como libro de texto a la Escuela de Arquitectura de Barcelona, porque era ejemplar. Tenemos que valorar que tenemos agua potable, alcantarillado, ropa y todo el mundo tiene un médico a mano y eso hace siglo y medio era un lujo.