En 2012, el director Pablo Berger dejó a los espectadores asombrados con su original plasmación del cuento clásico de Blancanieves. Ahora, en 2023, arriesga y acierta con su preciosa película de animación Robot Dreams, que narra una inquebrantable amistad entre un perro y un robot que viven en Nueva York. Acaba de obtener el premio a la mejor película europea de animación.
Usted ama los retos, está claro viendo su filmografía, pero ¿por qué decidió trasladar al cine la novela de Sara Varón?
Decidí adaptarla al cine porque la historia me enamoró, y se convirtió en una obsesión, aunque nunca tuve entre mis planes hacer una película de animación. Conseguí una entrevista presencial con Sara Varón, hace cinco años, y enseguida aceptó y me dio carta blanca.
Pero, al tratarse de una película de animación, supongo que tuvo que contratar un equipo especial…
Al lado de mi oficina en Madrid, alquilé otras y montamos lo que se llama un Pop Studio de animación y otro en Pamplona. Un director que arriesga necesita productores que hagan lo mismo y yo los tengo desde Blancanieves, que me animan a ir más lejos. Ellos no tuvieron miedo de montar ex profeso un estudio de animación.
Ha manifestado que el filme es un homenaje a Nueva York, ciudad en la que vivió, y no sé si usted sintió la soledad que plasma en su película.
Viví 10 años en Nueva York. Considero Robot Dreams junto con Torremolinos 73 mis películas más personales. Yo aquí soy Dog. Me sentí solo a veces, encontré el amor, me rompieron el corazón, me volví a enamorar, hice amigos y los perdí y dejé la ciudad. Ese viaje fue fundamental para mí como cineasta y como persona.
No solo es una carta de amor a la ciudad de Nueva York sino a todas las personas que he querido y no están en mi vida. El recuerdo permite que muchas personas que no están contigo sigan vivas, y para mi es muy importante.
La película es un retrato de la gente que vivimos en las grandes ciudades, de las relaciones efímeras y del agradecimiento…
Es un tema que me toca y me emociona. Yo creo que es muy importante el agradecimiento, pero también el perdón y la ternura.
Hay escenas realmente hermosas y otras crueles, lo que me hace pensar que esta película usted la pensó para un público adulto…
Pero también para niños, hemos hecho pases con ellos y les ha encantado. Vino un abuelo y me dijo: «he venido con mi nieto y es su primera película en el cine, había visto tres en la televisión y se movía, iba al baño, en ésta no se ha movido». Hemos tratado al niño como un adulto y queremos que el adulto sea niño durante hora y media. Los niños ahora cambian de ciudad, de amigos, incluso, desgraciadamente, los padres se separan. Al ser sin diálogos, con la música como voz de los personajes y con unos dibujos tan sencillos, la película habla para cada espectador.