«Desde que iba al instituto tenía claro que quería ser maestro»

M.D.MUNERA
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Bernardino del Campo López, profesor de Matemáticas en Secundaria, ha recibido uno de los premios a la trayectoria profesional que concede la Consejería de Educación

Bernardino del Campo, premiado por el Gobierno regional - Foto: RUBÉN SERRALLÉ

Atesora 33 años de experiencia como profesor en distintos centros de la ciudad de Albacete, se declara docente por vocación y reconoce que el mejor regalo que se lleva de su dedicación a la enseñanza es «ir por la calle y que alumnos que he tenido y a los que ya casi no reconozco por el paso de los años me paren para preguntarme cómo estoy». «Me recuerdan con cariño y eso es una satisfacción», destaca Bernardino del Campo López, profesor de Matemáticas en Secundaria -especialidad en la que es catedrático-, que ha recibido uno de los premios a la trayectoria profesional que concede la Consejería de Educación, según se publicaba esta semana en el Diario Oficial de la región.

En primer lugar, ¿cómo valora el premio a la excelencia educativa que le ha otorgado Educación?

Es una satisfacción muy grande, un reconocimiento de compañeros y de la administración educativa a la labor que he hecho durante toda mi vida profesional y que me queda por hacer. Supone un gran orgullo, también porque esto siempre lo propone alguien que te tiene cariño, aunque todavía no sé quién ha sido.

¿Cuántos años lleva ejerciendo como docente?

 Son ya 33 los años que llevo dando clase. He trabajado en Formación Profesional, en la Universidad, en la Universidad Laboral y en el IES Julio Rey Pastor, donde estoy ahora mismo, y desde hace 22 años. En la Universidad he dado clases en la Escuela de Magisterio, como profesor asociado, con lo que también he trabajado formando maestros. En Informática también he dado clases. Imagino que el premio habrá sido por el trabajo al margen de la docencia.

¿Cuál ha sido esa labor?

Con un grupo de compañeros formamos, por ejemplo, la Sociedad de Profesores de Matemáticas de la región, impulsamos hace ya 25 años la Olimpiada Matemática en Albacete; o también he estado trabajando en investigación. Pero lo importante es siempre el trabajo en equipo, así es como se logran los mejores retos. En el IES Julio Rey Pastor, por ejemplo, iniciamos el año pasado el Bachillerato de Excelencia que seguro que tiene buenos resultados.

¿Por qué se hizo profesor?

Desde que iba al instituto, que entonces íbamos con diez años, con el bachiller, reválida y todo eso, siempre quería ser profesor. Se me daba bien enseñar a los demás y quería ser profesor. De hecho, empecé siendo profesor de guitarra, como becario, en el Conservatorio (sonríe y apunta que «esto lo sabe poca gente»).

¿Cómo recuerda su primer día como profesor?

Era tan joven que al entrar en clase tuve que decirles a los alumnos que se sentaran, que ya estaba en clase el profesor.

¿Cuál es la mayor satisfacción que le ha dado el trabajo en todos estos años?

Lo que más me gusta de la Enseñanza es que voy por la calle y alumnos que he tenido, que a algunos después de tantos años me cuesta reconocerlos, me paran y me preguntan cómo estoy. Ellos me recuerdan con cariño y eso para mí es una gran satisfacción.

En 33 años de trabajo habrá visto cambiar y mucho el sistema educativo, qué añora en él...

Efectivamente, hemos visto muchas leyes, pero lo importante es irse adaptando. Aunque lo que es evidente es que hace falta un pacto de consenso entre los principales partidos políticos en materia de educación y dejar una ley que dure muchos años.

También se viene hablando mucho de la pérdida de autoridad al docente, con ciertos problemas de falta de respeto en las aulas, ¿cómo ve esta situación con el paso de los años?

La situación ha cambiado mucho. Tanto es así que cuando yo empecé dando clase los alumnos se ponían de pie cuando el docente entraba en clase. Aunque más que respeto era cierto miedo, algo que pasaba también cuando yo era alumno. Buscar el equilibrio es difícil, la propia experiencia te lo va dando y también tener suerte con los alumnos. Es cierto que es necesaria la implicación de los padres. Hay una correlación muy grande entre la implicación de la familia y el éxito de los alumnos.