Sale el príncipe de la droga

Javier Villahizán (SPC)
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Dentro de 48 horas, el capo Laureano Oubiña abandonará la cárcel después de 11 años de prisión y con dos causas pendientes

Sale el príncipe de la droga

Después de más de una década entre rejas, Laureano Oubiña, uno de los mayores capos del tráfico de drogas, saldrá de prisión el próximo martes. Al menos, así lo fijó el pasado año el Tribunal Supremo y lo ratificó, posteriormente, la Audiencia Nacional, a pesar de contar todavía con dos viejas causas por las que se enfrenta a otros 14 años de cárcel.

Pero el pontevedrés, de 66 años, es mucho más que una leyenda viva. Este curtido camionero reconvertido en narcotraficante arraigó en la costa sur de Galicia a mediados del pasado siglo. Desde entonces, introdujo en España cientos de kilos de hachís, de cocaína y miles de fardos de tabaco americano. Fue el dolor de cabeza de numerosas unidades de la Guardia Civil en la lucha contra elmovimiento de sustancias estupefacientes en la zona, así como la ira de las famosas madres contra la droga, hasta que al final, y después de una vida de escándalo y de ostentación, acabó con sus huesos en una celda y sin pazo Baión.

Sin embargo, ¿quién es Laureano Oubiña?, ¿cómo empieza su carrera el capo? El de Cambados comienza haciendo portes al volante de un camión. Así fue como conoció a los estraperlistas que traían géneros desde Portugal y que, posteriormente, fueron los precursores del contrabando de tabaco con los que acabó haciendo negocios. Sin embargo, no fueron los cigarrillos los que le proporcionaron la fama, sino el tráfico de hachís que introducía por la ría de Arousa en la década de los 80, un trabajo por el que ha pasado una tercera parte de su vida en la cárcel.

En aquellos años de apogeo de ciertas drogas duras, como la heroína, el contrabando que levantó tantas fortunas como las de las familias Charlines o Sito Miñanco se frenó en seco por el procesamiento de 94 acusados por delitos monetarios en la Audiencia Nacional, y que al final quedó en papel mojado. Por entonces, Oubiña libraba su propia guerra particular y aprovechaba el momento para meter hachís en España en cantidades industriales a través de la costa Atlántica de Pontevedra. Esa actividad fue la que, a la larga, le haría millonario.

El gallego era entonces un  completo desconocido. Esa falta de relevancia le sirvió para poder comprar una potente flota de barcos que utilizaba para  transportar la droga a Europa desde Pakistán. Casi al mismo tiempo, el aspirante a capo compraba  en 1988 a unos empresarios vinculados a la Compañía de Jesús la mayor plantación de vides de albariño de Pontevedra, el Pazo de Baión: un enorme latifundio que había pertenecido a una familia de aristócratas y que, junto a su segunda mujer, Esther Lago, lo decoró con un recargado toque personal. Vamos, una horterada de nuevo rico en toda regla.

El giro copernicano en su carrera fue conocer al abogado Pablo Vioque, con contactos con el poder que le asesoró en los negocios y que le defendió en sus primeros pleitos. Gracias a éste, ya fallecido, terminó involucrado en los negocios de la cocaína y en la adquisición del famoso señorío por 830.000 euros. El traficante quería entonces lavar su imagen convirtiéndose en un respetado viticultor.

‘operación nécora’. El 12 de junio de 1990, la pareja vio truncados sus planes. La Operación Nécora, capitaneada por los jueces Baltasar Garzón Carlos Bueren, fue el principio del fin del camionero. En medio del mayor despliegue policial hasta la fecha contra el narcotráfico, el pazo fue tomado y Oubiña y su mujer, detenidos. Después de tres años en prisión preventiva, el pontevedrés, calzando unos zuecos de madera, escenificaba ante el juez el papel de un inocente aldeano. El matrimonio fue absuelto de narcotráfico pero condenado por delito fiscal, al tiempo que les fue arrebatada la joya de la corona.  

En 2008, la finca fue vendida a una cooperativa por 15 millones de euros a los condes de Albarei, pero era tal el amor de Oubiña hacia el señorío que él y sus hijas han intentado llegar hasta Estrasburgo para reclamarlo.

No cabe duda de que los mayores errores de Laureano fueron los excesos, la ostentación de dinero y la ambición. Además, el criminal siempre quiso rivalizar con sus competidores en el negocio, lo que le llevó a conseguir un elevado patrimonio cuando prácticamente no tenía nada.

En casi siete décadas de existencia, el delincuente ha pasado por los tribunales en siete ocasiones y solo en dos de ellas ha salido absuelto. Acusado de organizar la entrada de tres alijos (24.300 kilos de hachís) entre 1997 y 1999, fue condenado por ello a 11 años de prisión que ha cumplido ininterrumpidamente.

Una de sus peores pesadillas fue su fuga a Grecia en octubre de 1999, días antes de que la Audiencia Nacional dictase su primera condena, y justo cuando Aduanas iba a detenerle tras abordar uno de sus navíos con 12,5 toneladas de droga. Desde entonces, la Justicia ha respondido con cautela a las reclamaciones del narco, impidiéndole salir de prisión, aunque fuese de permiso. En 48 horas, el capo abandonará la cárcel de Dueñas (Palencia) -se habla de que está en Alcalá Meco- a pesar de tener todavía dos causas pendientes. El pasado 7 de julio se negó a declarar, afirmando que «lleva 25 años diciendo lo mismo».