Qué peculiares somos los humanos, auténticos especialistas en generar problemas en vez de buscar soluciones, expertos en complicar lo simple, amantes del caos innecesario, del debate estéril y de los discursos huecos.
En estos tiempos convulsos que corren en los que discutimos todo y por todo, la gente que te hace reír vale el doble. Y es que hay personas que son auténticos magos del ingenio y que con un simple comentario relajan la atmósfera, desatan nudos y aligeran un ambiente irrespirable por el elevado nivel de tensión acumulado.
También puntúan doble esas personas que están cuando hay que estar y cuando sólo necesitas que estén. Nada más. Ésas que entienden que no es necesario verbalizar frases hechas que suenan vacías, estandarizadas, nada personales, frases de saldo que están sobreexplotadas. Maravillosas esas personas que saben gestionar un silencio cuando el silencio es la mejor respuesta.
No obstante el verdadero lujo se disfruta cuando te rodeas de personas leales, las que te protegen, te acompañan, te cuidan, te escupen la verdad sin filtros ni maquillaje. A veces duras, otras excesivamente directas, siempre sinceras. Confidentes. Confesores. Amigos. Equipo. Lo dicho, un verdadero lujo.
Y por supuesto, cerca las mentes abiertas, los corazones humildes, los brazos que se arremangan, las palabras de aliento, las miradas cómplices y los consejos prácticos. Y cerca también los razonamientos lógicos, las actitudes positivas y las constructivas críticas.
Sé selectivo.