La afición española, minoría absoluta al jugar contra la anfitriona Alemania, se hizo sentir ayer y puso algo de color rojo en las pobladas y blancas calles de Stuttgart.
Unos 10.000 seguidores desplazados se midieron contra todo un país -reducidos a 44.000 en el Stuttgart Arena en el que se disputó el duelo-, en lo que era una final anticipada para muchos y para la que los españoles pusieron el color rojo ante la marea blanca de camisetas de la 'Mannschaft'.
De nuevo liderada por un trompetista y un encargado de la percusión con un bombo, la hinchada de la Roja dotó de alegría la previa, en la que la zona habilitada para los aficionados estuvo abarrotada. Incluso estuvieron presentes los campeones del mundo Carles Puyol y Gerard Piqué y el jugador del Villarreal Dani Parejo que no quisieron perder la oportunidad de animar en directo a la Roja. El clima amable que presentó el día, alejado del gris de Colonia previo al duelo ante Georgia, amenizó la espera hasta la hora de emprender camino al estadio, en el que se volvieron a escuchar a los españoles cantar, entre otros temas, «Mi gran noche», de Raphael, melodía que suena por megafonía en todos los estadios tras cada gol de España. Y el estruendo fue mayor cuando Mikel Merino marcó el 2-1.