Justo en el momento en que, muy cerca de allí, en el Parlamento, juraba la infanta Leonor la Constitución, en el Instituto Cervantes, don Manuel Longares, junto a un puñado de íntimos, hacía entrega de su legado (el manuscrito original de una de sus obras más emblemáticas, La novela del corsé), quedando sepultado en una de las cajas donde antes se guardaban a cal y canto los tesoros de las grandes familias.
Y, tras los preceptivos discursos, la comitiva se trasladó al Salón Noble del Instituto para rendir homenaje a Longares con el hermoso dossier incluido en el nuevo número de la Revista Barcarola, el 104.
Reconozco que me sentí un tanto cohibido ante la presencia del eminente escritor que nos congregaba allí esa mañana, Don Manuel Longares, un novelista de raza; ese mismo que nos sedujo desde el mismo momento en que, en 2001, leíamos ese monumento literario que, bajo el título Romanticismo, nos introducía en las esencias de la más pura tradición española; una de esas personalidades literarias, alejada de estridencias y falsos oropeles, que nos transmite en sus libros las más puras esencias del lenguaje castellano, siguiendo la tradición de los grandes, desde Cervantes a Galdós,
Valle-Inclán y Pérez de Ayala. Más o menos en esos términos me expresé cumpliendo así mi cometido de presentador del acto, dando así paso al animado coloquio de expertos de su obra, moderado por la catedrática y académica Ángeles Encinar.
En el coloquio fueron tomando la palabra sucesivamente: la joven escritora Pilar Adón –que sólo unos días antes obtenía el premio nacional de narrativa–, José María Pozuelo Yvancos, Luis Mateo Díez, otro novelista octogenario, académico y con una vasta obra en su haber, el periodista Juan Cruz, Ernesto Pérez Zúñiga –subdirector deCultura del Instituto–, Clara Sánchez y el director de Galaxia Gutenberg, editor de la obra de Longares. Un coloquio esclarecedor de diversos aspectos clave de la personalidad y de la obra de este maestro de la narrativa española actual, y que se encargaron de cerrar el propio homenajeado y el director del Instituto, Luis García Montero. Un acto emotivo al que se unieron mis compañeros Llanos Moreno, Guillermo y Damián García Jiménez, además de otros miembros del Consejo de Redacción de la Revista, trasladados a Madrid en tan complicado día. Seguimos haciendo patria.