Elena Serrallé

Elena Serrallé


Tenía tanto que darte

12/03/2025

Un buen día frenas en seco y caes en la cuenta de que estás cansada de dar siempre.
Das espacio cuando percibes que alguien necesita alejarse y sanar sus heridas, das tiempo porque entiendes que otros lo exigen, das consejos a quien observas perdido, das la mano porque creciste siendo conocedora de la importancia de prestar ayuda y tender puentes, das paciencia y muchas veces das tu brazo a torcer por aquello de ser poco beligerante y evitar el conflicto.
Das pasos, aunque es verdad que no siempre hacia adelante. Das alegría, porque estás plenamente convencida de que transmitirla destensa muchos ambientes irrespirables. Das abrazos, regalando con ellos tu mejor versión y el refugio que alguien necesita en medio de una tormenta. Das tu hombro, como caladero de llantos que necesitan ser liberados.
Das, a manos llenas, de manera incondicional, sin exigir contraprestación, de forma altruista, sin letra pequeña, sin cláusulas trampa y de lo único que realmente te cuidas es de no dar nunca pena.
Y de ese modo pasan las horas, y pasan los días, y los meses y, muy sutilmente, pasa la vida y un buen día frenas en seco y caes en la cuenta de que estás cansada de dar siempre.
Y es entonces cuando lo que deseas es dar una tregua, darte una tregua y respirar profundo y sonreír, y sonreírte y bajas la persiana por reformas en tu corazón, que, de tanto dar, se cansó.
Por supuesto has de ser consciente de que desde ese día pasarás a ser la villana, la egoísta y la borde, pero a ti te dará igual.

ARCHIVADO EN: Elena Serrallé