Radioaficionados en red imprescindibles cuando todo falla

sagrario ortega (efe)
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Más de 3.100 voluntarios están en alerta constante para llegar donde sea necesario si el mundo pierde la cobertura

Radioaficionados en red imprescindibles cuando todo falla

Javier Coso es radioaficionado desde los nueve años y hoy forma parte de la Red Nacional de Radio de Emergencia (Remer), integrada por más de 3.100 voluntarios, «imprescindibles» cuando el resto de la tecnología falla. Desde atentados terroristas a la nevada Filomena, este sistema se ha activado en distintas emergencias para llegar donde otros recursos no llegaban.

La Remer, una red que pertenece a la Dirección General de Protección Civil y Emergencias, se ideó en los años 80, cuando las comunicaciones en España «estaban todavía muy en pañales», explica Julio Orozco, jefe del área de Actuación Operativa de ese organismo.

Y se creó como una buena alternativa para poder tener contacto con zonas remotas que no tenían acceso a una línea telefónica, continúa Orozco antes de recordar que con la radiofrecuencia, se esté donde se esté, solo se depende de la emisora. Porque si se tiene la misma frecuencia -recalca- se puede contactar con otras personas.

«Para eso se creó, para que si había un incendio o cualquier tipo de emergencia, una inundación o un volcán, se pudiera desplegar a los colaboradores (los radioaficionados voluntarios) en puntos estratégicos donde tuvieran una observación directa y pudieran así transmitir una información que por otros medios no sería posible», añade Orozco.

A fecha de agosto, en la Remer había 3.117 radioaficionados voluntarios, con todo el territorio español cubierto.

Desde el punto de vista técnico, se cuenta con tres tipos de bandas una de alta frecuencia (HF) con la que se puede contactar desde España con la Antártida o con Nueva Zelanda, pero no se podría con Guadalajara, por poner un ejemplo, ya que el espectro rebota en la estratosfera.

La otra banda es la VHF, con la que se puede comunicar con distancias más cercanas, pero no demasiado largas. Y la tercera es la UHF, para enlaces de dos o tres kilómetros. Su problema es que una montaña o un edificio en medio puede complicar el contacto.

Barcelona es la provincia con más colaboradores, con un total de 186, por delante de Madrid (166), Sevilla (144), Murcia (134), Valencia (131), Alicante (119), La Coruña (111) y Asturias (104).

Residir en España, tener licencia de radioaficionado, no haber tenido ningún problema judicial o administrativo que haya implicado una separación del servicio de radiofrecuencia, ser mayor de edad... son algunos de los requisitos para pertenecer al equipo.

¿Cuándo se tira de ellos? Orozco responde: «Se tira menos de lo que deberíamos»

«Es cierto -añade- que se ha perdido la capacidad que hace unos años tenían los radioaficionados de comunicar con zonas donde no había cobertura de móvil, ya que hoy en día son escasas». Sin embargo, «ahora hay una dependencia tecnológica tan grande de la telefonía móvil, que con que se caiga un aparato repetidor nos quedamos sin cobertura en cinco pueblos de la Ávila profunda o de Guadalajara». «Pues es ahí donde tenemos que utilizarlos, ahí es donde ellos nos pueden dar una capacidad extra», apostilla.

En suma, es un medio extraordinario del Estado que no se utiliza lo suficiente, por lo que desde el área de Orozco se intenta concienciar a las administraciones, tanto locales como regionales, de que pueden contar con ese medio.

«Que sepan que pueden activar la red y que los colaboradores tienen ganas de ayudar y están abiertos a las necesidades que les puedan surgir», concluye.

Javier Coso relata que empezó muy joven en esto, en concreto con nueve años. Comenzó en lo que se llamaba la banda ciudadana, «lo que la gente conoce como las emisoras que llevaban antiguamente sobre todo los camioneros». Después se examinó para tener la categoría de radioaficionado. Primero pasó la prueba para principiante y luego se examinó de lo que se llamaba la categoría general, la clase A. Ahora solamente hay una única categoría en España, subraya.

Entró en la red Remer gracias a un vecino que ya estaba en ella y quien le dijo que se trataba de «aplicar los conocimientos que nosotros teníamos de radio para intentar ayudar a Protección Civil en una malla de comunicaciones».

Coso está en esa red desde hace 30 años. Hasta los 18 no pudo acceder debido a los requisitos exigidos -uno de ellos la mayoría de edad- y esperó unos meses para poder formalizar la instancia.

No son locos ni frikis, aunque pueda verse así. Lo cierto es que, como explica Coso, detrás de lo que es el radioaficionado «hay un mundo muy muy grande, con una parte muy muy técnica».

Hay algunos a los que les gusta más la electrónica, la técnica, que es por donde Coso se ha decantado. «Yo no hablo mucho con el micrófono, por decirlo de alguna forma, pero sí me gusta más la parte técnica del mundo de la radio», confiesa. Porque dentro de los radioficionados están los del «telefonillo», los que hablan con los amigos del barrio, con los más cercanos, y aquellos que se dedican a hacer contactos a larga distancia, que «trabajan satélites, rebote lunar, es decir, transmiten desde la Tierra, la onda rebota en la Luna y baja otra vez a la Tierra».

¿Os sentís raros, os sentís útiles, cómo os sentís? Coso responde: «Yo me siento normal, cada uno tiene sus aficiones, hay a quien le gusta el fútbol y hay a quien le gusta coger un micrófono y hablar con sus amigos o hablar con gente que no conoce y conseguir el contacto más largo que se pueda y más complicado. Y hay a quien le gusta desarrollar el equipo de radio y diseñarlo». Aunque por su trabajo y familia Coso dedica poco tiempo a su emisora, lo cierto es que cuando está en casa siempre está encendida.

De atentados a incendios

Con tantos años en la red, Coso ha colaborado en varias emergencias. Hace unos años, «por desgracia», en atentados terroristas en Madrid. «Nos desplazábamos a los atentados para pasar información de qué era lo que estaba pasando», rememora. También ha intervenido en grandes incendios forestales ocurridos en Madrid o en Ávila, donde podría haber evacuaciones de urbanizaciones.

Recuerda además cuando la red se desplegó a nivel nacional en el paso de 1999 al año 2000, «cuando nadie sabía lo que iba a pasar». «Aquella noche varios compañeros de Madrid nos desplazamos a la Dirección General de Protección Civil para hacer de estación directora e ir pasando controles a toda España. Toda la red nacional estaba activada y los radioaficionados iban reportando a Madrid qué fallos iban viendo en sus provincias. Finalmente lo único que se reportaba eran fallos telefónicos, igual que en cualquier otra Nochevieja».