Editorial

Israel mata al líder de Hizbulá y la violencia escala

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Es hora de la diplomacia para evitar una catástrofe de mayor envergadura e intentar que las aguas vuelvan a su cauce

El Ejército israelí realizó ayer un nuevo bombardeo con los cazas F-35 en el sur de Líbano, más potente que los anteriores y consiguió uno de sus objetivos principales: matar al líder de Hizbulá, Hasan Nasrala. El cabecilla de la milicia libanesa estaba acompañado por Ali Karki, el comandante del frente sur de Hizbulá y otros comandantes de Hizbulá, que también perecieron. El ataque fue dirigido contra el búnker de la milicia chií en el distrito de Dahiya, en los suburbios del sur de Beirut. Este hecho hace que el conflicto en Oriente Medio entre Israel y el eje liderado por Irán tenga un punto de inflexión. La guerra escaló un peldaño más y, a día de hoy, las consecuencias pueden ser impredecibles.

Después de este hito, Israel se muestra desafiante y su jefe del Estado Mayor, Herzi Halevi, manifestó que «el mensaje es claro: cualquiera que amenace a los ciudadanos de Israel sabremos cómo llegar a ellos, en el norte, en el sur y también en lugares más lejanos». Desde Israel se espera la respuesta virulenta de Hizbulá en los próximos días, pero sus dirigentes aseguran estar preparados para «una escalada más amplia».

Las calles de Irán acogieron las primeras manifestaciones de repulsa por la muerte de Hasan Nasrala entre cánticos de «muerte a Israel» y «muerte a Estados Unidos».

En la región de Oriente Medio, la situación está cada vez más convulsa. Numerosos líderes -de Irak, Turquía e Irán, entre otros- ya se pronunciaron en contra de la muerte del líder de Hizbulá a manos de Israel. La tensión es máxima y Francia intensifica los contactos diplomáticos para intentar apaciguar los ánimos de las naciones próximas y garantizar la seguridad de los civiles.

Si Israel continúa con su ofensiva sobre Gaza y Líbano, crece el riesgo de que el conflicto aumente y se pueda convertir en global con la entrada de las grandes potencias mundiales como Estados Unidos o China.

Es hora de la diplomacia para evitar una catástrofe de mayor envergadura e intentar que las aguas vuelvan a su cauce en Oriente Medio. Sin embargo, la actitud de Israel no ayuda, porque el carácter vengativo de sus ataques provoca mucha más crispación en los países vecinos y los grupos extremistas, como Hizbulá y Hamás, entre otros, clamarán, a su vez, venganza, con lo que la situación entrará en una espiral de violencia de la que será muy difícil salir a corto plazo.

Es necesario que cesen los ataques inmediatamente, aunque sea de forma temporal, para que las partes puedan sentarse a negociar y alcanzar una solución pacífica definitiva para que el resto del mundo puede estar más tranquilo.