Si no sucede nada extraordinario en la próxima semana, Hellín no contará con su tradicional corrida de toros de Feria por desavenencias entre el Ayuntamiento y la empresa designada para organizar el festejo y sigue la senda de Villarrobledo, que tampoco tuvo toros en su Feria agosteña. Fuera de nuestras fronteras provinciales también se suspendieron corridas en Iniesta o Motilla del Palancar, por citar algunos ejemplos cercanos. En municipios más pequeños, un empresario -por llamarle algo decente- taurino se dedica a judicializar concesiones de plazas de toros para sacarle una buena tajada, de miles de euros, al respectivo ayuntamiento. Pasó en Alcaraz y en Ossa de Montiel y otros municipios corren el riesgo de ser víctimas de la estafa.
A este paso, a los festejos taurinos en la España rural les quedan dos telediarios. La causa está, unas veces, en políticos locales y regionales, y sus adláteres, a los que les gusta mucho taurinear, o sea a los que les gusta zascandilear en el mundo del toro y que embrollan más que solucionan, que es para lo que tendrían que servir. Otras veces, los empresarios taurinos ya no quieren arriesgarse y pretenden que comience el paseíllo con las ganancias ya en el bolsillo muchos días antes.
Con este panorama, entre todos la mataron y ella sola se murió. Dejen trabajar a los buenos profesionales del mundo del toro, que los hay, y persigan a aquellos que intentan aprovecharse de la tauromaquia única y exclusivamente por intereses políticos y/o económicos, pero sin importarles lo más mínimo el futuro de la fiesta.